«Semillas de esperanza»

Mujer

Autor: Padre Fernando Torre, msps.  

 

 

«Sin contar mujeres y niños». El evangelista utiliza esta expresión al hablar de la multiplicación de los panes: «los que comieron fueron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños» (Mt 14,21). Hace dos mil años se discriminaba a las mujeres; en gran medida, lo mismo sucede hoy en día.

Mujeres y varones hemos creado una sociedad machista. En la familia, en la escuela y en el trabajo, el varón tiene privilegios, se le conceden más libertades.

Es una vergüenza que en muchas instituciones —incluida la Iglesia Católica— la mujer tenga un lugar tan secundario. Elaboramos bellos discursos sobre la dignidad y la misión de la mujer, pero la excluimos del ámbito de autoridad, la relegamos a servicios inferiores, le negamos la palabra.

El varón tiene más fuerza física que la mujer; lo comprobamos en las competencias deportivas. Pero en muchos otros campos la mujer es superior al varón: capacidad de relación, habilidad verbal, generosidad, intuición…

En la historia reciente de la humanidad abundan mujeres que han despuntado en la política, la ciencia, el arte, la religión…

El “macho” —al precio de la sumisión— está dispuesto a mantener a la mujer, a halagarla y defenderla (¿será lo que ahora estoy haciendo al escribir este texto?), pero se indigna cuando ella pide que se le respeten sus derechos. La solución no está en que los varones les demos a las mujeres mayor libertad, más oportunidades… sino simplemente en que todos reconozcamos y respetemos lo que les corresponde.

Ya basta de ignorar o agredir a las mujeres. Hay que afirmar la igualdad de mujeres y varones en cuanto personas, ciudadanos y cristianos, y actuar de acuerdo con esto.

Y con respecto a las diferencias, el reto es saber armonizarlas para que sean complementarias, y así nos enriquezcamos mujeres y varones.