«Semillas de esperanza»

Cómo llegar a ser fariseo: método fácil en siete lecciones

Autor: Padre Fernando Torre, msps.  

 

 

Casi todos, al escuchar la palabra “fariseo”, pensamos en los fariseos de los que se habla en el evangelio: nos imaginamos un personaje arrogante, hipócrita y legalista.
Sin embargo, históricamente el fariseísmo comenzó siendo un movimiento positivo: era una secta judía que mediante la fidelidad a la ley y el fervor religioso buscaba hacer frente a la influencia pagana (helenista).
Pertenecían a esa secta los escribas y los doctores de la ley, como también cierto número de sacerdotes. En tiempos de Jesús había unos seis mil fariseos .
Pero ¿cómo sucedió que el fariseísmo, siendo en su origen un movimiento de renovación espiritual, llegó a ser una deformación de la piedad? ¿Por qué el fariseo del tiempo de Jesús era una caricatura del hombre religioso? 
A tales preguntas trato de responder en este escrito.
Pido disculpas por la ironía y el humor. Escribí así —y me divertí mucho al hacerlo— para que no nos sintiéramos ofendidos al contemplar al fariseo que todos llevamos dentro. (¡No te enojes! Si tú no llevas dentro ningún fariseo, pues doblemente te pido disculpas).

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Pre requisitos:
 Amar a Dios y tener el deseo de cumplir su voluntad.
 Tener conocimiento de una situación espiritualmente deficiente.

1ª LECCIÓN. Entrégate con generosidad a remediar esa situación mediante prácticas concretas. Trata de que esas prácticas lleguen a convertirse en tradición y ley (cf Mc 7,1 13; 23,23 24).

2ª LECCIÓN. Cada día examínate minuciosamente sobre la fidelidad a esas prácticas. Lleva contabilidad de tus acciones buenas y malas (cf Lc 18,12).

3ª LECCIÓN. Cae en la cuenta de que los demás advierten tu fidelidad y te admiran por ello. Por lo tanto, busca dar buen ejemplo: haz las cosas de manera que todos vean que eres fiel (cf Mt 6,1 6.16 18; 23,5 7; Lc 16,15).

4ª LECCIÓN. Invita a los demás a que practiquen lo que tú haces. Luego exígeles la observancia de las tradiciones y el fiel cumplimiento de las leyes (cf Mc 7,1 13; Mt 23,15).

5ª LECCIÓN. Cuando tengas alguna falla, deficiencia, limitación o caída, ¡ocúltala! Los demás tienen que ver en ti un modelo perfecto a imitar. Pero cuando los demás fallen, sé intransigente con ellos; deben escarmentar (cf Lc 12,1; Mt 23,13 32).

6ª LECCIÓN. Aunque no practiques lo que predicas, exígeles a los demás que lo hagan: la tradición debe ser observada, la ley debe ser cumplida (cf Mt 23,1 4).

7ª LECCIÓN. Da gracias a Dios porque tú eres bueno, no como los demás. Enójate cuando veas que alguien recibe lo que no merece o cuando sepas que a un pecador le han sido perdonadas sus maldades (cf Lc 15,25 30; 18,9 14; Mt 20,10 16).

Una vez realizadas estas lecciones, ponte de pie, frente a un espejo, y en voz alta repite: «¡Felicidades, ya eres un fariseo. Dios deberá recompensarte todos tus esfuerzos!»
Para asegurar que jamás dejarás de ser fariseo, repite todos los días las lecciones 3ª y 7ª. Si puedes repetirlas dos o tres veces al día, tanto mejor.
Llegar a ser fariseo es fácil, ¿no?

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Diálogo final
(El autor al lector:) —Dices que no te interesa llegar a ser fariseo; ¿entonces para qué leíste este capítulo?
(El lector al autor:) —Se ve que conoces bien el camino del fariseísmo; ¿no será que ya lo recorriste?