«Semillas de esperanza»

Sin mí, no puedes hacer nada

Autor: Padre Fernando Torre, msps.  

 

 

«Sin mí, ustedes no pueden hacer nada», nos dijo Jesús (Jn 15,5). ¡Qué cierto! Pero nosotros podemos devolvérsela diciendo: «sin nosotros, Tú no puedes hacer nada».

Dios‑Trinidad actúa a través de nosotros. Esto es patente en los sacramentos: «cuando alguien bautiza, es Cristo quien bautiza» (SC 7). Pero la acción de Dios no queda circunscrita a los sacramentos o a las acciones de los sacerdotes. Actúa cuando una persona trabaja por la paz o la justicia, cuando sirve a los demás, cuando lucha por ser mejor.

Pero vayamos a la segunda parte de nuestra afirmación: «sin nosotros, Tú no puedes hacer nada». Y no puede, porque quiso no poder, porque quiso necesitar de nosotros. Las mediaciones son necesarias: por eso se encarnó. Aunque Dios puede hacer milagros directamente, de ordinario no los hace, pues respeta las leyes que Él mismo estableció.

Imaginemos a un ateo. Para que llegue a creer en Jesucristo, necesita escuchar el Evangelio; y para esto, es necesario que alguien se lo anuncie (cf Rm 10,14). Ciertamente Dios es quien suscita la conversión y otorga el don de la fe, pero lo hace gracias a las mediaciones.

Dios, a través de nosotros, quiere defender los derechos humanos y cuidar la naturaleza. Necesita de nuestras manos para acariciar al enfermo, y de nuestro afecto para sanar corazones heridos.

Puesto que es Dios quien actúa, debemos ser dóciles y humildes. Puesto que somos una mediación necesaria, debemos actuar responsablemente y con creatividad.

Ser instrumentos en las manos de Dios nos llena de alegría y gratitud. Saber que la acción de Dios depende de nosotros, nos impulsa a luchar, cada día, por ser mejores instrumentos.