Diferentes y en diálogo

Autor: Padre Fernando Pascual, L.C.

Fuente: es.catholic.net (con permiso del autor)

 

 

Porque tenemos puntos de vista diferentes discutimos, estamos en diálogo.

Discutimos, sí, porque hay un abismo entre el ateísmo y la fe, entre la negación de Dios y la creencia en Cristo.

Discutimos desde convicciones muy distintas, pero el discutir es una señal de diálogo. Y el diálogo es posible desde aquello que tenemos en común.

Somos hombres, podemos expresarnos a través de palabras, pensamos y buscamos maneras de comunicar nuestras ideas.

Somos hombres, y creemos que el otro merece respeto. Sobre todo, creemos que vale la pena confrontar ideas diferentes con el deseo de avanzar hacia una verdad que debe ser reconocida, aceptada, hecha vida.

Vale la pena dialogar sobre Dios, preguntarnos sobre la fe, dilucidar si es mejor el ateísmo o la religión. Vale la pena, porque no toda idea puede ser verdadera, porque nos duele pensar que el otro viva lejos de verdades básicas para cualquier existencia humana.

No es insuperable el foso que separa el mundo de los creyentes y el mundo de los ateos. A través de un diálogo sincero, a través del respeto profundo hacia el otro, seremos capaces de confrontarnos de un modo honesto y provechoso.

Quizá lleve tiempo encontrar un camino hacia la verdad. Quizá incluso uno piensa que resulta muy difícil ser “convencido” por el otro, tener que dejar ideas que dirigían la propia vida. En realidad, nunca será penoso descubrir la verdad para abrazarla y hacerla propia, para “re-unirnos” en una convicción vista ahora como verdadera.

Seguiremos en diálogo desde nuestra común humanidad. Tú desearás que yo deje lo que para ti son errores, y que acoja lo que piensas sea verdadero. Yo, en cambio, buscaré, desde mi fe, llevarte a Cristo, que es Camino, Verdad y Vida. Incluso, tengo que corregirme, es el mismo Cristo el que nos está buscando, a ti y a mí, para que algún día podamos reconocer que existimos desde el Amor de Dios, y que ese Dios desea acogernos en un abrazo eterno de misericordia.