Humildad, camino hacia la verdad

Autor: Padre Fernando Pascual, L.C.

Profesor de filosofía y bioética en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum

Fuente: es.catholic.net (con permiso del autor)

 

 

Decir “me equivoqué” nos cuesta. Incluso nos parece humillante, algo que va contra la dignidad humana.

Porque el mundo moderno ha creado una mentalidad en la que no existen verdades y en las que se busca, a toda cosa, la afirmación de uno mismo, la exaltación de las propias ideas o creencias. Porque algunos han llegado a pensar que basta decir lo que dicen todos para que un error ya no parezca tan grave.

En cambio, decir “me equivoqué” implica superar el egocentrismo para abrirse al encuentro que más enriquece al ser humano: el encuentro con la verdad.

La humildad se convierte, entonces, en un camino magnífico hacia el bien. Porque no podemos ser felices fuera del verdadero bien. Porque no podemos encontrar el bien verdadero sin quitarnos de encima prejuicios e ideas que ahogan nuestro corazón y oscurecen nuestros ojos.

El hombre humilde escuchará con atención a sus compañeros de camino. Sabrá sopesar sus argumentos sin mirar la ropa que usan, el color de la piel o el acento regional que tenga cada interlocutor. Sabrá reconocer el propio error en vez de buscar argumentos rebuscados para no quedar mal. Avanzará así hacia nuevas verdades, encontradas desde la mano ofrecida por tantos corazones dispuestos a compartir sus certezas.

¿Queremos encontrar la verdad? Podemos lograrlo si hacemos nuestro aquel lema que Platón puso en boca de Sócrates: de mí no os preocupéis, preocupaos sobre todo de la verdad.

Si la verdad es la meta de dos corazones humildes que entran en diálogo, cada uno estará en las mejores disposiciones para superar errores que oscurecen sus almas, para conquistar horizontes de verdad y de bien que unen las vidas de los hombres de buena voluntad.