Bienes que hacen bien

Autor: Padre Fernando Pascual, L.C.

Profesor de filosofía y bioética en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum

Fuente: es.catholic.net (con permiso del autor) 

 

 

Tener herramientas sirve para la carpintería, pero no basta para producir buenas sillas.

Tener bisturí y pinzas sirve para las operaciones, pero no basta para curar a los enfermos.

Tener comida en la nevera sirve para la dieta, pero no basta para que las personas la usen de modo saludable.

Tener dinero en el banco sirve para llevar una vida más o menos confortable, pero no basta para asegurar una buena administración.

Tener salud e ingenio sirve para vivir una existencia feliz y completa, pero no basta para llegar a esa meta tan deseada.

Tener armas y municiones sirve para la guerra, pero no basta para ganar batallas.

Lo decía una y otra vez Sócrates en los Diálogos de su discípulo Platón. Porque tener bienes de calidad, en abundancia, es algo necesario para tantas actividades de la vida humana.

Pero tener bienes sin un conocimiento técnico sobre los mismos y sobre los principios éticos fundamentales, puede llegar a ser incluso peligroso.

Porque es peligroso tener herramientas, bisturí, comida, dinero y armas si el corazón vive de egoísmos, si falta templanza, si uno está lleno de injusticia, si nos hemos convertido en esclavos del mal.

Los bienes sólo ayudan a una vida buena si están acompañados de esa sabiduría profunda que descubre el sentido de cada cosa, que aprecia la dignidad de los otros seres humanos, que respeta la justicia, que relativiza lo terreno, que tiene ante sus ojos la meta verdadera: el cielo eterno.

Necesitamos hacer nuestras las palabras del Salmo: “¡Enséñanos a contar nuestros días, para que entre la sabiduría en nuestro corazón!” (Sal
90,12).

Los bienes, pocos o muchos, sirven plenamente, llevan al triunfo verdadero, cuando reconocemos que somos peregrinos, que vivimos desde el amor de Dios, que nacimos para amar.

Es entonces cuando aprendemos a usarlo todo con una sabiduría profunda y plena, porque tenemos siempre ante nuestros ojos aquellas principios que nos permiten realizar el verdadero bien para nosotros mismos y para quienes viven a nuestro lado.