Amigos en la hora de la prueba
Autor: Padre Fernando Pascual, L.C.
Profesor de filosofía y bioética en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum
Fuente: es.catholic.net (con permiso del autor)
“Érase una vez...” Un
político famoso abrió su página en facebook. A las pocas semanas tenía miles de
“amigos”.
Un día la policía lo
arrestó: había sido acusado por fraude y malversación de fondos. El escándalo
fue descomunal. Miles de personas se dieron de baja en facebook de las listas de
“amigos” de aquel famoso político.
Más allá de la historia,
inventada pero verosímil, la realidad es que un amigo no deja de estar junto al
amigo en la hora de la prueba.
Porque los amigos de
verdad construyen su relación desde un trato continuo y respetuoso, desde
ideales exigentes y bellos, desde la búsqueda común de bienes grandes y
duraderos.
Es cierto que en facebook
la palabra “amigo” muchas veces sirve solamente para indicar a una persona que
nos aprecia, que comparte nuestras ideas, que busca una relación sencilla y
puntual en objetivos comunes. Pero también es cierto que la palabra “amigo”
merece ser usada con toda su riqueza y con todas sus exigencias. No podemos
abusar de la misma ni creer que un día podemos apuntarnos como amigos
cibernéticos de una persona y mañana darle la espalda porque ha caído en
desgracia.
Quien tiene la dicha de
contar con un amigo sincero sabe que ese amigo estará firme, disponible,
cercano, en el momento de la prueba.
Tal vez nuestra desgracia
pueda manchar su nombre. Eso no le importa, pues el amigo mira cómo ayudar,
sostener, consolar, levantar a su amigo. Estará dispuesto a pagar un precio muy
alto en su misma persona con tal de hacer el bien a quien ama sinceramente.
En el mundo
tecnológico sigue en pie el famoso texto de la Biblia: “El amigo fiel es seguro
refugio, el que lo encuentra, ha encontrado un tesoro. El amigo fiel no tiene
precio, no hay peso que mida su valor” (Si
6,14-15).
Vale la pena recordarlo, para tomar en serio nuestras amistades, y para dar gracias a Dios por cada amigo verdadero que siga firme, a nuestro lado, cuando llegue la hora de la prueba