Agresiones invisibles
Autor: Padre Fernando Pascual, L.C.
Profesor de filosofía y bioética en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum
Fuente: es.catholic.net (con permiso del autor)
La agresión a un
personaje público tiene normalmente mucha visibilidad. Las cámaras captan la
escena, los medios de comunicación
Hay otras agresiones,
como la del aborto, que permanecen invisibles para muchos. Se trata de
agresiones que se producen en salas higiénicas, en un ambiente de silencio
cómplice, mientras una mujer sabe que están destruyendo la vida de su hijo.
Los abortos se han
convertido en agresiones invisibles. No para todos: la madre no podrá borrar de
su corazón lo que ha ocurrido en sus entrañas. Los médicos y el personal
sanitario, llamados por vocación a servir y tutelar la vida humana, también
saben que se han convertido en agentes de destrucción y de muerte.
La prensa no hablará casi
nunca de esas agresiones invisibles. No hay cámaras, no hay cronistas, ni
siquiera hay un nombre para identificar a las víctimas. Pero la oscuridad y el
silencio que rodean a tantos miles de abortos no quita el dramatismo de lo que
ocurre: un ser humano es destruido, un hijo se ve privado de su derecho a la
vida.
El mundo necesita abrir
los ojos ante tantas agresiones invisibles. No podemos permanecer indiferentes
frente a las injusticias y la perfidia que llevan a la muerte de los más
indefensos entre los seres humanos.
Hay que tener valor para
denunciar una hecatombe gigantesca que destruye vidas y que carcome conciencias.
Sólo desde la denuncia valiente de lo que ocurre, desde la visibilidad de un
drama ante el que muchos apartan cobardemente sus miradas, será posible
movilizar las conciencias.
Habrá entonces muchos
hombres y mujeres dispuestos a trabajar, en serio, para ofrecer ayudas concretas
a tantas madres que no abortarán a sus hijos porque alguien les ha ofrecido una
palabra amiga, un gesto de solidaridad y luz para defender y amar la vida de
esos hijos que han empezado a vivir en sus entrañas.