Eventos mundiales y distracciones nocivas
Autor: Padre Fernando Pascual, L.C.
Profesor de filosofía y bioética en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum
Fuente: es.catholic.net (con permiso del autor)
Exposiciones universales,
olimpiadas, campeonatos mundiales, eventos “planetarios” en el mundo del
deporte, del arte, de la cultura, de la tecnología. Cada año se suceden
acontecimientos con un calendario más o menos preciso, capaces de atraer las
miradas, los corazones y las presencias de millones de seres humanos.
En los grandes acontecimientos, o en los hechos más cercanos y ordinarios,
muchos seres humanos logran distraerse, pasan un rato agradable, aumentan sus
deseos de saber o simplemente se sumergen en una experiencia estética.
Los eventos mundiales, los torneos locales, o el partido de fútbol con los
amigos, pueden llegar a ser distracciones peligrosas si se convierten en drogas
obsesivas, si nos impiden ver las necesidades de los cercanos o de los lejanos,
si no nos dejan tiempo para cumplir nuestros deberes, si nos hacen olvidar el
sentido auténtico y la meta definitiva del existir humano.
Pascal observaba, con agudeza, cómo basta una balón o una liebre para que un
hombre deje de lado sus angustias y sus penas, para llevarle a olvidar asuntos
serios al quedar atrapado en las garras de un juego que exige respuestas
inmediatas.
Es cierto que no podemos ocupar continuamente nuestra mente y nuestro corazón en
los temas importantes. Es cierto que necesitamos ratos de descanso,
distracciones sanas, juegos constructivos.
Pero también es cierto que podemos caer obsesivamente en las garras de juegos,
de espectáculos y de medallas que brillan mientras olvidamos a los niños que
malviven, a base de vender chácharas, en la esquina de la calle; o mientras nos
desinteresamos por la anciana pobre que será desalojada en pocos días de la casa
en la que habita porque no tiene dinero para pagar la mensualidad.
La vida sigue su marcha, entre eventos mundiales que llenan páginas de los
periódicos y pantallas de las computadoras, y hechos “pequeños” que marcan
profundamente la existencia de seres humanos concretos.
En estos momentos, en este minuto decisivo, hay hombres y mujeres que dejarán
eventos mundiales que brillan mucho y que ofrecen momentos de alegría pasajera,
para entrar en horizontes de justicia y de amor que hacen realmente bella la
vida humana. Serán así capaces de abrirse a la acción de Dios que limpia los
corazones de egoísmos, y a las necesidades de tantos hermanos que piden un poco
de tiempo, ayuda, cariño y una chispa de esperanza.