La otra guerra

Autor: Ángel Gutiérrez Sanz

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Los argumentos de las estrategias propagandísticas de ambos bandos esconden la verdad sobre las motivaciones, el desarrollo, los sufrimientos de la víctimas y las consecuencias políticas y económicas de la guerra


La guerra, contra Iraq que nadie decía querer ha acabado con las inevitables secuelas de destrucción y muerte y por supuesto con la victoria militar de los aliados, cosa que ya se sabía de antemano; pero no es de esta guerra de horror y de sufrimiento, que se libró en los cielos y en las trincheras de Iraq, de la que ahora quiero hablar, sino de aquella otra guerra que se está librando en el campo de la opinión pública y que naturalmente los aliados necesitan ganar, aunque ciertamente lo tienen bastante difícil. Puede decirse que ellos han vencido en el campo de batalla; pero no han convencido en el campo de la justificación moral. Cada vez se van sabiendo más cosas y los argumentos que se esgrimían en defensa de una guerra que nunca debió producirse se van desmoronando como castillo de naipes.

Acabamos de saber después del tira y afloja con la Comunidad de las Naciones Unidas, que según parece todo estaba ya decidido con antelación y que se dejaban pocas puertas abiertas para una solución pacífica

La estrategia propagandística de los aliados no ha sido lo suficientemente persuasiva como para convencer a la gran mayoría de la necesidad de esta guerra . No acaban de lograr esa victoria moral, que en las circunstancias actuales, va a ser casi tan importante como la victoria militar. Bush lo sabía desde el principio; por eso se le ha visto muy interesado en presentar a Dios como su principal aliado. Lo que sucede es que destacados líderes protestantes se le han echado encima por hacer uso indebido del lenguaje religioso a favor de la guerra contra Iraq, aunque esto de poco puede servir, si es que Bush pertenece al grupo de los que piensan que, Dios siempre está del lado de aquel que tiene la artillería más pesada. Tampoco el testimonio de Juan Pablo II, líder moral y religioso indiscutible, le es favorable. Esperemos que la verdad no sea la víctima de una propaganda interesada, por ello convendría someter a juicio las pretendidas justificaciones de esta guerra. ¿Donde están esos 25000 litros de ántrax, los 38000 litros de botulina tóxica y las 500 toneladas de gas sarín? ¿ Donde las plantas secretas y los laboratorios móviles? Aún en el supuesto de que todo esto existiera ¿ Donde estaba la amenaza para la Humanidad, si ni siquiera en situación extrema y desesperada , el régimen de Sadam ha sido capaz de utilizarlas? ¿ Habrá quien pretenda seguir justificando la guerra en base a esta fantasía? 

¿Que decir de la presunta liberación del pueblo iraquí? Este argumento resulta poco convincente para los que hablan de ocupación y que ya van siendo muchos. Por otra parte, no son los tiempos propicios para los "salvapatrias". El mensaje libertador del Bush mesiánico está siendo recibido con poco entusiasmo y mucha cautela por parte de un pueblo, que está dando muestras que no quiere la liberación que se le ofrece, o al menos no desea que tal liberación le venga de la mano de los americanos. El pueblo iraquí no parece muy ilusionado con el sueño americano, ni se fía demasiado de una democracia que se les quiere imponer a bombazos. A los sunníes y a los chiíes les resulta más atractiva, según parece, la república islámica, que seguramente los americano no van a permitir, la detención por soldados norteamericanos del lider espiritual Mohamed Al Fortusi apunta en esata dirección. El comunicado conjunto de los representantes de Jordania, Kuwait, Turquía, Arabia Saudí, Irán Siria y Egipto resulta lo suficientemente explicito. "Las fuerzas americanas son fuerzas de ocupación, incluso los estadounidense y los británicos lo han dicho.... Recalcamos la obligación de las potencias ocupantes , bajo la Cuarta Convención de Ginebra de retirarse de Iraq y permitir a los iraquies ejercer su derecho al autogobierno". 

La victoria moral de la que estoy hablando va a necesitar de otras estrategias, tal vez las imágenes humanitarias de las fuerzas aliadas, que reparten víveres y sonrisas a una población al borde de la desesperación, pudieran realizar el milagro de sensibilizar a la opinión pública a su favor; pero tampoco, porque al tiempo nos llegan las imágenes de destrucción y muerte. En la retina se nos ha ido quedando la mirada asustada de esos niños que sufren y han muerto sin saber lo que estaba pasando. Las imágenes acusatorias de estas víctimas inocentes tendrán siempre más fuerza y serán el argumento vivo que pondrán al descubierto cualquier ejercicio de hipocresía.

Me imagino que muchos iraquíes beneficiarios de la ayuda humanitaria tendrán que hacer grandes esfuerzos para poder mostrar su agradecimiento a quienes han sido los causantes de tanta desgracia para sus familias y para su pueblo.

Resulta más que dudoso que esta guerra contribuya a la paz y a una mayor seguridad mundial . ¿ Quien puede asegurarlo? Por contra hay motivos para pensar que la onda expansiva de esta guerra traerá consecuencias negativas. Últimamente he oído decir que hemos de felicitarnos por que en el mundo hay un dictador menos. Quien sabe si esta guerra no sea la causa de que haya mil terroristas más. 

Es verdad que los tribunales de la historia en muchas ocasiones han dado la razón a los vencedores militares que solamente tenían la fuerza; pero en este caso de la guerra contra Iraq, puede ser distinto, porque va a haber muchos testigos bien informados. 

Se dice con bastante razón que la victoria tiene muchos padres mientras que la derrota es huérfana, aún así no seré yo quien se apunte a la victoria militar de los aliados, para mí, esta guerra fue una vergüenza antes de que comenzara y sigue siéndolo cuando ya ha acabado. Lo tengo muy claro, yo siempre estaré del lado de los inocentes, aunque lo perdieran todo, incluso sus vidas. Me parece que esta actitud está conforme al reciente mensaje del Papa Juan Pablo II que nos hace recordar que el cristiano no puede permanecer indiferente ante tanto grito de dolor y eso me basta.