La política necesita de la legitimación ética

Autor: Ángel Gutiérrez Sanz

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Si hoy resulta tan difícil educar es porque no sabemos muy bien para qué educamos, porque nos faltan modelos educativos que puedan servirnos de referencia. Estamos desorientados y perdidos, no sólo en el campo de la educación, sino en el de la vida misma, nos hemos olvidado de los principio y verdades absolutas, capaces de dar sentido a nuestra existencia, hemos perdido los ideales y nos hace falta un fin último hacia el que orientar nuestros pasos. Los padres ya no pueden trasmitir ideales a sus hijos, porque ni ellos mismos los tienen. Hay padres que no pueden educar a sus hijos porque no saben ellos mismos donde está lo malo lo bueno y lo mejor . ¿ Como podrá formar a los demás quien previamente no ha comenzado por formarse a sí mismo?. Ciertamente es difícil educar en tales condiciones .

Si queremos hacer de la educación una tarea no diré fácil pero sí posible, tendremos que salir del relativismo y comprometernos con unos objetivos, con unos principios, con unas verdades, con unos valores que dignifiquen al hombre, no sólo en su condición natural, sino también sobrenatural. Con la mirada puesta en un fin último, sabremos como elevar sus aspiraciones del hombre no sólo en el ámbito de la técnica, también de lo humano y espiritual, porque a eso es a lo que apunta la educación , a un mejoramiento del hombre en toda su integridad.

La mejor tradición pedagógica viene alimentando desde hace tiempo la aspiración de un tipo de educación universalista válido para todos los tiempos y latitudes. ¿Es posible tal modelo educativo, incluso en el seno de nuestra sociedad pluralista? Una educación que tuviera en cuenta las exigencias y necesidades de la común naturaleza humana universal pudiera ciertamente satisfacer las aspiraciones de todos los hombres. Es mucho más lo que nos une , que lo que nos separa . Todos participamos de los mismos temores y esperanzas, sentimos la misma necesidad de ser felices, todas y todos compartimos un mismo destino, tenemos como meta un mismo fin. La educación universalista de la que hablamos aspira a dar respuesta a las viejas preguntas sobre el hombre ¿qué puedo saber? ¿ Que debo hacer? ¿ Que puedo esperar? Teniendo claro el sentido de la vida tendremos claro el sentido de la educación , porque la educación no es más que una tarea del hombre y para le hombre . Para hacer posible una educación responsable nada mejor que arrancar de una antropología auténtica. De este modo caemos en la cuenta que una educación con carácter universalista comienza a ser posible cundo se toma en serio el encuentro con uno mismo , el encuentro con los demás y por supuesto el encuentro del hombre con Dios.

Hoy en tiempos de crisis, plagados de convencionalismos y escepticismos, vacíos de útopias e idealismos, es una necesidad urgente recuperar el sentido trascendente de la existencia.