Los catolicos pedimos que se respeten nuestros derechos

Autor: Ángel Gutiérrez Sanz

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La guerra de los catecismos continua. Cualquier acontecimiento, pongamos por caso, la convocatoria electoral, es aprovechada para despertar la vieja polémica sobre la Religión en las escuelas. De vez en cuando las arremetidas del laicismo intransigente hacen su presencia, para animar el cotarro No debiéramos olvidar que los autodenominados agnósticos tolerantes de hoy, son los herederos directos del ateismo beligerante de ayer, sólo que por oportunismo han abandonado los viejos modos y han suavizado sus expresiones, aún con todo no acaban de entender lo que es la libertad religiosa. Ya lo vamos viendo más claro. En el fondo siguen tras del mismo objetivo, que no es otro que una general descristianización que debiera de comenzar por las escuelas para extenderse después por las familias y por la sociedad.

 

Estamos asistiendo a escenificaciones, que nos recuerdan tiempos pasados. En nombre de la tolerancia se ha conseguido prohibir los símbolos religiosos en las escuelas, el empleo de la hiyad o velo islámico pasa por los peores momentos y a este paso pudiéramos ver prohibidas las sotanas, los hábitos de frailes o de monjas, pues claro está estas formas de vestir son atuendos discriminatorios y signo manifiestos de un oscurantismo que no van bien con la cultura de los tiempos, por lo que es preciso desterrarlos cuanto antes. ¡Ojo!, el Estado de Méjico ya conoce este tipo de prohibiciones; pero hay que ser optimistas, en las calles de España seguiremos viendo curas , monjas y religiosos con sus atuendos característicos, por lo menos, hasta que pase la moda de los crucifijos adornando los cuellos y las orejas de los más liberales.

 

En realidad lo que el laicismo radical pretende de forma inmediata es impedir que se imparta la asignatura de Religión en los Centros Educativos. Aquí puede pasar de todo. Ya lo han dicho y el que avisa..... No van a parar hasta liberara los escolares de la peligrosa clase de Religión, en nombre de la tolerancia , naturalmente. Estos serían sus argumentos: La religión es un elemento disgregador que contribuye a mantener diferencias entre los alumnos. La instrucción religiosa es cuestión del ámbito privado, algo que no compete a la escuela pública. La fe no es evaluable y por tanto debe quedar fuera de las asignaturas curriculares. Argumentos curiosos sin duda, pero lo es mucho más este otro que el laicismo intolerante se saca de la manga: Hay que acabar con la irracionalidad en las escuelas, dicen, y una variante de la misma, lo representa la religión. Se va diciendo por ahí que hay que expulsar a Dios de las escuelas, así como suena, a pesar de que el ochenta por ciento de los padres españoles estén a favor de que se enseñe religión en las escuelas. No importa, hay que ayudar a estas pobres gentes equivocadas y sacarlas cuanto antes del error.

 

Yo no sé si a estas alturas de la película y ante estos argumentos se puede seguir tomando en serio a un laicismo tan irrespetuoso con las creencias de los demás. De lo que sí que estoy seguro es de que yo nunca me fiaría de quienes en nombre de la tolerancia quieren expulsar a Dios de las escuelas. Aún con todo habrá que estar apercibidos, porque seguro de que estas gentes seguirán haciendo uso de su propaganda vergonzante.

 

Para poder tratar con rigor el tema de la religión en la escuela convendría comenzar teniendo presentes dos cosas: Primero, que la escuela pública es una institución que debiera estar al servicio de la sociedad y de las familias; de modo que si, por ejemplo, una mayoría de familias españolas están conformes con la clase de Religión esta opción debe ser respetada y no se hable más de la cuestión. Va siendo hora de que los radicalismos de izquierda se olviden de una educación estatalizada y piensen un poco más en las familias y en sus preferencias educativas.

 

Otro de los extremos que hay que tener presente en este asunto es que cuando hablamos de la religión en la escuela estamos hablando de una propuesta y no de una imposición. No se pretende convertir a la religión en una asignatura obligatoria a toda la población estudiantil, tan solo es una asignatura que se propone como una alternativa para que quien lo desee pueda elegirla; sin obligar a nadie a hacer tal elección. No se trata de imponer unas creencias a los demás como se está dando a entender por ahí. Hecha esta aclaración carece de toda lógica interpretar la presencia de la Religión en las escuelas, como una forma de primar determinadas creencias religiosas. Se trata simplemente de que al igual que se respeta la increencia de unos, se respete también la creencia de los otros.

 

 Serían muchas las razones por las que las familias españolas optan por la asignatura de religión. No las voy a enumerar, si acaso voy a referirme a una de ellas que escuché en repetidas ocasiones y que se puede seguir escuchando incluso de bocas de gentes poco creyentes. ?Hemos elegido la clase de religión para nuestros hijos, porque estamos seguros que allí no van a aprender nada malo? y están en lo cierto. En la clase de Religión a parte del respeto a los demás, los alumnos pueden aprender lo que significan hermosas palabras como el Amor y el Perdón, podrán aprender como llegar a la Libertad con mayúscula, podrán en fin conocer los motivos que los hombres tenemos para afrontar la vida con esperanza y esto en los tiempos que corren no sólo no son cosa malas, sino que hasta cierto punto resultan imprescindibles.

 

Nadie sabe como acabará esta guerra de los catecismos, que se viene debatiendo entre la intransigencia de unos y el complejo de los otros, lo que puedo decir es, que nada me gustaría que un día tuviéramos que lamentarnos del analfabetismo religioso fruto de la supresión de la asignatura de la Religión. Pocas cosas tan escandalosas académicamente hablando como la constatación de que un universitario ignore quien es la Virgen María y esto es algo que sucede.

 

 Una vez reconocido que la presencia de la Religión en las escuelas responde a unos mínimos exigibles hay que reconocer también que la clase de Religión por sí sola resulta a todas luces insuficiente para satisfacer el derecho que asiste a los padres católicos, a elegir la educación que crean conveniente para sus hijos

 

A mi esto de la clase de Religión me ha parecido y me sigue pareciendo una fórmula de compromiso a mitad de camino entre la intransigencia de unos y los complejos de los otros. La asignatura de Religión por sí sola no garantiza una sólida formación religiosa, que es lo que desearían muchos padres. Lo prueba el hecho de que las numerosas generaciones de jóvenes que recibieron este tipo de instrucción, muestran signos inequívocos de cierta descristianización.

 

Si queremos ser realistas tendremos que reconocer que la clase de Religión en un contexto hostil, como el que se vive en muchos centros públicos, acaba representando bien poco. Aún poniéndonos en el caso de que los temarios que se imparten en esta asignatura fueran los más indicados y los profesores que los desarrollan los más idóneos, lo cual es mucho suponer, haría falta, todavía, muchas toneladas de optimismo, para pensar que un par de horas semanales son suficientes para contrarresta una atmósfera de indiferentismo, incluso de aversión religiosa que se respira en las aulas, en los pasillos y despachos de muchos Centros públicos de Enseñanza. Poco representan dos horas de Religión, si en el resto de la jornada escolar lo que se viven son unos valores, se ponen en práctica unos comportamientos, que nada tiene que ver con las exigencias religiosas.

 

Con frecuencia se recurre al tópico de que la Escuela pública garantiza la neutralidad. Esto está muy bien teoría ; pero en la práctica no es así. No hay escuelas neutrales, esto en la práctica es imposible. O se es religioso o no se es. Bajo el lema de escuela laica se esconde una confesionalidad o contraconfesionalidad encubierta y cuando esto es así de poco sirve lo demás. Por ello la cuestión no debiera plantearse en términos de clase de Religión sí o clase de Religión no, en las escuelas. La cuestión es esta otra: Escuelas confesionales sí o Escuelas confesionales no.

 

Para dar respuesta a tan interesante cuestión debiéramos comenzar preguntándonos si los padres tienen derecho a elegir el tipo de escuela que desean para sus hijos. Pues bien no hay duda de que tal derecho les asiste. Así lo reconocen tanto la Carta de Derechos Humanos como la Constitución Española en el apartado 3 del art. 27, donde se nos dice que ? los poderes públicos habrán de garantizar el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que estén de acuerdo con sus propias convicciones?. No podía ser de otra manera, toda vez que la educación está en función de la familia y no al servicio del Estado. ¿ Por qué entonces no se tiene en cuenta el derecho de los padres católicos a dar a sus hijos una formación específicamente confesional que vaya más allá de la clase de Religión?.

 

Se podrá decir que ya existen en España escuelas privadas confesionales, con sus idearios, regímenes etc para satisfacer las aspiraciones de estas familias. Cierto. El problema está en que estos Centros cuestan un dinerito y quien los quiera, tendrá que pagar dos veces la educación y lo más grave del caso es que quien no disponga de ese dinerito, no podrá satisfacer su deseo de elegir la educación de sus hijos, con lo que se les está negando un derecho que les pertenece. Una vez más las familias pobres son las víctimas. Una vez más el principio de igualdad de oportunidades en educación queda en entredicho.

 

Hoy cuando en España de lo que se está discutiendo es de incluir o no la asignatura de Religión en las escuelas, a algunos les debe resultar escandaloso que se plantee siquiera la posibilidad de la escuela confesional, publica y gratuita como lo es la escuela laica y pocas cosas tan de acuerdo a derecho como ésta. Porque vamos a ver. ¿ No es cierto que vivimos en una sociedad plural? Pues ¿ Por qué no ha de haber una escuela también plural que satisfaga las aspiraciones de creyentes y no creyentes.? No hacerlo así compromete la verdadera libertad de enseñanza.

 

Que no se diga que esta pretensión es económicamente inviable, cuando Lo que está haciendo falta es el coraje y la voluntad política de llevarla a cabo, con la correspondiente aprobación de una Ley General de Financiación de la Enseñanza. Este modelo de escuela plural jurídicamente exigible es posible y en algunos países lo han hecho realidad. ¿ Por qué en España no? Juzguen vds. si no se será por la intransigencia de unos y el complejo de los otros.