Que Dios limpie nuestras culpas y entre en nuestras vidas

Autor: Arturo Quirós Lépiz

Web: Mensajes de vida

 

 

"Vengan, pues, y hagamos cuentas, dice el Señor. Aunque sus pecados sean rojos como la sangre, quedarán blancos como la nieve. Aunque sean encendidos como la púrpura, vendrán a ser como blanca lana."

Amigos y hermanos que el Señor Jesús derrame en sus vidas sus bendiciones y su perdón. Hoy en las lecturas leemos una de mis partes preferidas en el libro del profeta Isaías. Y es que mis amados, ¿acaso habrá algo que el amor de Dios no pueda echar fuera como hablábamos ayer? ¿Existe algo de lo cual el Señor y su misericordia infinita no nos pueda limpiar?

Mis amados, hay ahí fuera miles de personas quienes nos van a decir que "no vale la pena", "que no hay salida", "que no merecemos a Dios". Pero yo hoy te digo, seguro que es Dios quien me lo pone en los labios, que el Señor desde hace mucho espera el día que vuelvas. El día en el que decidas regresar para que el pueda, no regañarte, sino abrazarte y limpiarte con su eterno amor. No te preocupes, no temas ir con Dios. Entra confiadamente ante su presencia, con un corazón contrito y humillado. Deja que Jesús te limpie y cure de mil cosas y te haga una nueva criatura.

Si deseas renovar tu vida, levantarte con fé y esperanza. Si quieres que Jesús tome el control de tu vida repite conmigo esta oración:

Mi buen Señor, quiero darte gracias por este día, esta mañana en la que me das vida y puedo dirigirme a tí.

Padre Santo en este día, en el nombre de Jesús te pido que tomes nuevamente el control de mi vida. Señor a pesar de mis muchas faltas y pecados te pido que vengas a mi vida y mores en mi corazón. Echa fuera el temor y lléname oh Cristo con tu amor. Que pueda hoy Jesús ver tu misericordia en mi vida y puedas limpiar mi mente, mi alma, mi corazón. Que hagas mi vida nueva, renovada y así pueda iniciar nuevamente mi existencia pero ahora, contigo a mi lado.

Yo te acepto Señor como mi Salvador, como mi Rey y te doy todo lo que tengo y todo lo que soy. Te entrego mi familia, mi salud, mi trabajo y creo firmemente en que me recibes.

Gracias Señor, porque se que has venido a mi vida, se que estás conmigo y se que hoy no hay nada que me pueda alejar de tu amor y tu misericordia. Hago el firme propósito de no volver a mi vida anterior, pues no quiero ofender a un Dios tan bueno.

Gracias Jesús, por morir por mi en la cruz.
Amén