Primer milagro de Dios, a través de Benedicto XVI

Autor: Elena Baeza Villena

 

 

En el nº 300 de enero, la revista María Mensajera, leo: “El pasado agosto, con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud, el Santo Padre se desplazó hasta la localidad teutona de Colonia (Köln). Más de un millar de peregrinos tuvimos la oportunidad de poder reunirnos con nuestro muy querido papa Benedicto XVI. Ya hablamos en el número 296, correspondiente a la revista del mes de septiembre de 2005, de los frutos espirituales del encuentro, no obstante los materiales no se han hecho esperar: una curación de cáncer. Se trata del primer milagro público de Joseph Ratzinger. La emotiva imagen del Santo Padre acariciando el rostro de Víctor, un niño de seis años enfermo de cáncer, conmovió a la opinión pública al ser retransmitida a nivel mundial. Esta tierna imagen, reflejo del amor de Cristo por los que sufren, vuelve a ser actualidad, pues la enfermedad, que se expandía por el cuerpo de este infante de forma irremediable, ha desaparecido. Todo ocurrió a las puertas de la iglesia de San Pantaleón, situada en el casco antiguo de Colonia. Entre la muchedumbre apiñada en torno a esta parroquia estaban Víctor y sus familiares, oriundos de Düsseldorf. Fue a la salida de la iglesia cuando Benedicto XVI descubre la presencia de Cristo crucificado en esta alma víctima. Es entonces cuando, a pesar de la natural timidez a la que nos tiene acostumbrados, el Santo Padre se acerca al niño, que en esos momentos estaba en brazos de su madre Michaela, con el fin de acariciarlo, reconfortarlo y bendecidlo. Hoy en día, ante la perplejidad del equipo médico, los análisis de Víctor han dado negativo, el cáncer se ha extinguido, Víctor es un niño sano con la posibilidad de reanudar una vida normal. "Nosotros mismos casi no nos lo podíamos creer cuando nos lo comunicaron", relata Michaela, la madre. "Los propios médicos se quedaron estupefactos al llegar a sus manos los resultados de las pruebas", continúa. "La bendición más fuerte del mundo", como así la describió el propio Víctor tras su contacto con el Papa, ha surtido efecto.” 

El Papa se debió compadecer de esta madre y de su hijo, acudiría al Señor con la fe propia de un hijo que pide a su Padre porque sabe le escucha y Dios no se ha hecho esperar. Tendríamos que acudir con más frecuencia al Señor y con una profunda fe y con la confianza de que Dios es Amor, seguro veríamos más milagros. Ya nos lo dijo El, “Pedid y se os dará”, “Si tuvierais fe como un grano de mostaza, moveríais montañas”.