Tenemos que ser almas penitentes

Autor: Elena Baeza Villena

 

 

Repasa la vida de Jesús, desde la cuna, hasta el Trono del Calvario. Considera su abnegación, sus privaciones, nosotros en cuánto nos falta alguna de las comodidades a que estamos acostumbrado, protestamos, nos quejamos, nos ponemos nerviosos…Sepamos aceptar con humildad las contrariedades. El Señor pasó hambre, sed, fatiga, calor, sueño, malos tratos, incomprensiones, lágrimas, y todo esto con alegría porque sabía que nos redimía del pecado. No vamos a ser nosotros capaces de aceptar –sobre todo en este tiempo de Cuaresma-, a tener sentido de la penitencia. Que no consiste en grandes cosas, sino en la puntualidad al levantarnos, en el rato que dedicamos durante el día al Señor, intentar que sea puntual, aunque nuestro ánimo quizás sea árido, no importa el Señor valora esa mortificación de estar ahí con El, cuando ni aún se te ocurre nada.
Penitencia, es también callar, cuando están abusando en tantas cosas que ocurren en la vida familiar o de trabajo. Ser penitentes es ser alfombra suave, donde todos pisen. Sonreír cuando nos duele la cabeza, cuando estamos cansados. Cuando ya tenemos unos planes y se cambian, saberlos aceptar sin más protesta.
Penitencia, es tratar siempre con máxima caridad a los otros, empezando por los nuestros. Atender con mayor delicadeza a los que sufren. Penitencia es, para los padres corregir cuando hay que hacerlo, el espíritu de penitencia lleva a no apegarse desordenadamente a los bienes que tenemos, a ser desprendidos, generosos. Saber hacer uso de las riquezas si las tenemos, sabiendo que Dios nos las ha puesto para gloria suya (es decir para saber utilizarla). De ahora en adelante tened prisa en amar, el amor nos impedirá quejarnos.
Leed el evangelio, meternos en los personajes del Nuevo Testamento. Saboread las escenas conmovedoras en las que el Maestro actúa con gestos divinos y humanos y relata la historia sublime del perdón. Que esta Cuaresma nos sirva para abrir puertas y ventanas, que ilumine la claridad de nuestra alma y hagamos limpieza general, lo mismo que cuando se acerca una fiesta, limpiamos las casas. Que mejor momento que este tiempo para acompañar a Jesús a llevar la Cruz con nuestra alma en gracia.