Estrella de los mares

Autor: Elena Baeza Villena

 

 

El culto y la devoción a la Virgen del Carmen se remonta a los orígenes de la Orden carmelitana, cuya tradición más antigua la relaciona con aquella pequeña nube como la palma de la mano de un hombre que subía desde el mar y que se divisaba desde la cumbre del Monte Carmelo. En esta nube cargada de bienes se ha visto una figura, “la Virgen María”, portadora del agua vivificante de la que está sedienta toda la humanidad. En todos los pueblos costeros la pasean por sus litorales, reconociéndola como “Estrella de los Mares”, guía segura en los embatares de la vida y de la inclemente vida marinera. Ella es el Puerto seguro donde hemos de refugiarnos en medio de todas las tormentas de la vida.

El 16 de julio de 1251 se apareció la Virgen Santísima a Simón Stok, General de la Orden de los Carmelitas, y prometió unas gracias y bendiciones especiales para aquellos que llevaran el escapulario. Una devoción que hizo correr sobre el mundo un río caudaloso de gracias espirituales y temporales. El pueblo cristiano venera a la Virgen del Carmen particularmente por medio del santo escapulario como a la Madre de Dios y nuestra, que nos dice: “En la vida protejo, en la muerte ayudo y, después de la muerte salvo”. Yo sé Madre de Dios, que cuando estés en la presencia del Señor, le dirás cosas buenas de todos tus hijos que te aclaman como Madre.