Los mayores se hacen como niños

Autor: Elena Baeza Villena 

 

 

Cuando nuestros mayores balbucean de modo incoherente durante horas, no se comunican ni comprenden la palabra hablada, parecen desorientados en cuanto a su persona, al espacio y al tiempo, no se interesan por su propio aseo, hay que darles los alimentos blandos, porque no tienen dentadura, presentan incontinencia de orina y heces, por lo que hay que bañarlos y cambiarlos a menudo. Se comenta muy frecuentemente: “estos son casos para gente santa”, pero no para el común de los mortales. Que tiene que llevar una vida de trabajo y atención a su familia. Se buscan residencias, con la excusa que allí estarán mejor atendidos.

Se nos ha olvidado, que esos padres, cuando fuimos bebés nos daban de comer cada tres horas, nos cambiaban también los pañales, nos sacaban de paseo. Con todo el cariño, padre y madre estaban pendientes de nosotros, aún sabiendo que había que madrugar para llegar a tiempo al trabajo. Derrocharon su vida para nosotros. Igual que nosotros lo estamos haciendo hoy, con nuestros hijos.

Los enfermos y mayores que están consumiendo los últimos años de su existencia, merecen el mismo cuidado, mimos y atención que los que están iniciando sus vidas, en la primera infancia.