La familia es insustituible

Autor: Elena Baeza Villena 

 

 

La familia es una institución intermedia entre el individuo y la sociedad, y nada la puede suplir totalmente. Ella misma se apoya sobre todo en una profunda relación interpersonal entre el esposo y la esposa, sostenida por el afecto y comprensión mutua.

El hogar ha de ser la escuela primera y principal donde los hijos aprendan, y vivan las virtudes humanas y cristianas. El buen ejemplo de los padres, de los hermanos y de los demás componentes del ámbito familiar, se refleja de manera inmediata en las relaciones sociales que cada uno de los miembros de la familia establece. El lenguaje de la fe se aprende en los hogares donde esta fe crece y se fortalece a través de la oración y la práctica cristiana.

Cuando un niño nace, a través de la relación con sus padres empieza a formar parte de una tradición familiar, que tiene raíces aún más antiguas. Con el don de la vida recibe todo un patrimonio de experiencia. A este respecto, los padres tenemos el derecho y el deber inalienable de transmitirlo a los hijos: educándolos en el descubrimiento de su identidad, iniciarlos en la vida social , en el ejercicio responsable de su libertad moral y de su capacidad de amar a través de la experiencia de ser amados y, sobre todo en el encuentro con Dios.

No es casual, por tanto, el interés de la Iglesia por el adecuado desarrollo de esa escuela de virtudes que ha de ser el hogar.