Eutanasia

Autor: Elena Baeza Villena

 

 

Acabo de leer en Estrella Digital, la carta que escribe el Sr. Riera, pidiendo que le concedan aplicar la eutanasia a su mujer. Dice este señor. “La cabeza la tiene clara, ve, habla y lleva su enfermedad con entereza y dignidad. Yo la quiero y la prueba es que sigo a su lado tras 48 años de conocernos y 43 de matrimonio, y pase lo que pase seguiré dándole ayuda y respaldo. Existe la posibilidad que la enfermedad le ataque la vista y, como que mi mujer sufre claustrofobia, toda la entereza y dignidad se iría a pique y su vida sería un infierno”. Porque piensa que puede perder la vista. Usted, y yo, podemos también perderla en cualquier momento, o sufrir cualquier otra enfermedad. Pero esto no ha ocurrido. Y aún así quisiera desde mis humildes palabras darle un aliento de esperanza. Ella ve, habla, comerá probablemente. Sin embargo hace unos años perdí a una de mis nueras con 31 años, que sufrió esclerosis ELA, ella veía, escuchaba y comprendía perfectamente. Solo eso. Había que alimentarla por una sonda estomacal, no podía hablar, ni moverse, por supuesto, se fue deteriorando físicamente, parecía una niña pequeña. Pero ni ella pidió jamás la eutanasia, ni mi hijo, ni su familia, ni la nuestra se nos hubiera ocurrido. Por supuesto que ella sufriría bastante, claro que sí, mi hijo, ni le cuento, su madre, hermanas, toda la familia. Pero a pesar de todo el sufrimiento que a diario ofrecía por toda la familia y por toda la humanidad, la ayudaba a estar siempre feliz. Solo pensaba que todos estuviéramos felices. Estaba desde luego muy arropada de cariño de todos los que la queríamos. Y hasta el último momento en que Dios quiso llevársela al cielo fue feliz, dejándonos un gran testimonio de fe y esperanza. Intente Sr. Riera, -ya sé que lo hace- pero darle mucho cariño a su esposa y que nunca se sienta un estorbo en la familia. El Señor pondrá el resto, así se lo deseo.