“La verdad nos hará libres”

Autor: Elena Baeza Villena 

 

 

Conocer la verdad es un anhelo radical del corazón. Dios ha dado inteligencia y libre albedrío al hombre, por la razón es capaz de comprender el orden de las cosas establecido por el Creador. Además todos los hombres, conforme a su dignidad, por ser personas, tienen el deber de buscar la Verdad y, además tienen la obligación moral de hacerlo, sobre todo con respecto a la verdad religiosa.

La capacidad de conocer la realidad objetiva, situada fuera de nuestro entendimiento, y descubrir unas leyes que no dependan de nuestra opinión, es premisa indispensable para avanzar en cualquier ramo del saber. Por ejemplo, no podríamos calcular un puente, sin conocimientos verdaderos sobre la resistencia de los materiales. Sería temerario pensar que solo existen opiniones y que, opinión por opinión, todas valen lo mismo. Correría un grave riesgo quien se metiera a proyectar esa obra desoyendo las leyes físicas, fiado solo de sus propias impresiones subjetivas.

En el comportamiento humano hay que saber que podemos engañarnos con más facilidad y dejarnos llevar por lo que nos presentan más cómodo o placentero, dejando a un lado lo verdadero.

Debemos buscar la verdad con valentía, y sin dejarnos llevar por actitudes más o menos escépticas, y enseñar a los demás la maravilla de ese encuentro con la verdad que nos hace libres. La verdad libera a la razón y a la voluntad, nos permite vivir con autenticidad, sin hipocresía, con sinceridad interior. Incluso, desde el punto de vista de su aceptación social, la verdad es más atractiva que la mentira.

El error no solo oscurece las inteligencias sino que divide las voluntades. Solo cuando los hombres se acostumbren a decir y a oír la verdad, habrá comprensión y concordia.

“Para esto he nacido y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad; todo el que es de la verdad escucha mi voz”. (Jn. 18, 37)