Los jóvenes quieren respuestas sobre el amor

Autor: Elena Baeza Villena 

 

 

Desde hace diez años, Estados Unidos ha invertido 1.300 millones de dólares de dinero público en fomentar la abstinencia sexual entre los jóvenes, su resultado ha sido tan positivo que desde 1990 entre 2004 el número de embarazos tempranos ha descendido un 38%, mientras que el aborto ha disminuido a la mitad durante este tiempo.

Un ejemplo de este tipo de programas para jóvenes es llevado a cabo en el estado de Virginia: según el estudio de la Heritage, un año después de impartirse, solo el 9,2% de los que eran vírgenes al cursarlo habían tenido relaciones sexuales, mientras que entre los que no siguieron el programa la proporción se duplicaba.

Los programas de formación para la abstinencia no solo afectan al comportamiento sexual sino que aportan a los jóvenes aptitudes para tomar decisiones, fundamentar su responsabilidad personal y desarrollar relaciones y matrimonios sanos más adelante en su vida (Aceprensa).

Ya, el Papa en su mensaje para la XXII Jornada Mundial de la Juventud, aconsejó a los jóvenes “la castidad durante el periodo de noviazgo para preparar el matrimonio”.

Educar a los jóvenes en el amor es más que decir no al sexo fuera del matrimonio. Más bien, requiere una profunda comprensión de la persona humana, del conocimiento del sexo opuesto, y del valor del compromiso y el matrimonio. Se puede ayudar a los jóvenes a madurar en el amor enseñándoles a pensar críticamente frente a la simple respuesta a los impulsos. Los jóvenes quieren respuestas sobre el amor, la vida y el sexo, como reveló una encuesta entre jóvenes filipinos. Además, quieren que sus padres les orienten.

Así, pues, está en nuestras manos, en las de los padres, digo.