Esperanza y abandono en el Señor

Autor: Elena Baeza Villena 

 

 

Eran las 8,30 de la mañana, cuando suena el teléfono, era papá para decir: que acaba de nacer “el niño”.Es que era “el primer niño” que llegaba a la casa de los abuelos, las otras dos nietas eran tu hermana y la prima María. Mi primera pregunta ¿como está?: “muy bien”, ¿pero como es?: tiene el pelo negro los ojitos achinados. Yo sigo insistiendo has preguntado al médico, ¿os han dicho algo?, si, si que está muy bien.

Como me había quedado en casa con tu hermanita Judíth, esperé que llegara papá a recogerla y enseguida me fui a verte. Mamá estaba muy feliz, pero aún un poco inquieta quería abrazarte, verte bien, porque aún no te habían llevado a la habitación, me voy a ver que médico estaba de guardia y era un amigo, le cuento…y me dice: “ese niño está sano, sanísimo y muy lindo”. Se lo digo a mamá que estaba muy emocionada pero aún (…) no lo había podido comprobar, normal estaba ansiosa por ver a su bebé. Y, es que mamá cuando estaba de 16 semanas su médico le dijo que tú tenías un índice muy alto de nacer con síndrome de Down, que si ella quería se podía hacer una prueba que se llama amniocentesis y si salía positiva podían efectuarle el aborto. No te puedes imaginar la reacción de mamá ante el médico, va y le dice: “oiga, este es mi hijo y venga como venga lo querré al igual que a su hermana o aún más”. ¡Que valiente mamá!, es que hoy en día hay madres, que sólo quieren a los niños que vienen perfectos. ¿Que pena, verdad? Nosotros rezamos todos para que nacieras bien, se lo pedíamos a La Virgen y yo también a san Josemaría que le tengo mucha fe. Nos escucharon y nos lo concedieron, ante la generosidad de mamá, la reacción del Señor, tenía que premiarla. Pero también le decíamos al Señor que nacieras como nacieras ya te queríamos.

Cuando llegó la enfermera contigo en sus brazos se lo dio a mamá que no sabía que hacer, te abrazaba, te besaba, te observaba, te cogí yo en mis brazos, te abracé y le di muchas gracias a Dios por este niño tan lindo. Llamé a papá que estaba en casa con el abuelo y Judíth y a los abuelos Manolo y Carmen y a todos los titos. Luego bajé a la capilla a Misa en Acción de gracias, por el nacimiento de mi nieto Nicolás. Ese fue el nombre que papá y mamá habían escogido para ti.

Nunca olvidaré ese día tan maravilloso, volver a ser abuela de un niño tan precioso y me pregunto: ¿algo grande hará el Señor con este niño, cuando sea mayor? Que Dios te bendiga Nicolás.


La abuela Elena.

Málaga, 12 de febrero de 2007