Los muros que nos separan

Autor: Elena Baeza Villena 

 

 

El Santo Padre, Benedicto XVI en su viaje a Belén, ha condenado la situación de los refugiados, “Es trágico ver que todavía se levantan muros”, refiriéndose al muro de separación construido por Israel.

En este contexto es trágico ver todavía que se erigen muros. “Pero en ambas partes del muro es necesario un gran valor para superar el miedo y la desconfianza. Es necesario magnanimidad para buscar la reconciliación tras años de enfrentamientos armados”.

Las razones originales del enfrentamiento al final se convierten en excusas de un enfrentamiento personal, de ese muro mucho más alto y fuerte que es el muro que se levanta en los corazones; la del materialismo consumista, que a tantas personas mantiene prisioneras y cuyo aspecto no es amenazador, sino risueño. Pero a pesar de su aparente solidez, también puede romperse. El muro del egoísmo desmedido que se tiene hacía uno mismo, que le hace desentenderse de los demás a cualquier coste, también puede romperse. El muro de la violencia que nos separa, divide y que actualmente nos está causando tanto daño, también puede romperse. Porque se han roto ya por suerte muchos muros. Hay que tener ojos para ver donde están esos muros que nos separan del verdadero camino, donde están esos muros que nos arrebatan la alegría, la felicidad, la paz, que nos derrumba, que no vemos los golpes inesperados a las injusticias cometidas por el hombre, que no vemos salida a los problemas diarios.

Reflexionando a las palabras del Papa, creo que nos corresponde a nosotros descubrir los muros que nos separan para gozar de la alegría y dejar que entre en nuestros corazones la Paz.