Labor callada

Autor: Elena Baeza Villena 

 

 

Desde que el pasado día 12, Haití sufriera el terrible terremoto que ha provocado el desastre humanitario que todos conocemos, son muchas las informaciones que sobre el trabajo de los voluntarios, los soldados y los cooperantes de diferentes lugares, están llegando en la ayuda a los supervivientes haitianos. Es la hora de la solidaridad, más allá de otras urgencias políticas y económicas. No podemos dejar de reconocer el despliegue y el esfuerzo por parte de tantas instituciones.

Pero, lo que sí echo en falta en muchos medios de comunicación, es que no se habla de la labor de tantas congregaciones religiosas que llevan años trabajando en la isla caribeña, y que permanecerán allí aún cuando los voluntarios y periodistas se vayan.

En un comunicado oí al padre jesuita Ramiro Pàmpols: “Estamos por el momento, sumidos en una especie de caos y de callejón sin salida. Veremos cómo nos vamos rehaciendo en los próximos días. El Señor ama especialmente a los pobres y estoy seguro que nos acompaña, aún en el misterio del mal y el dolor”.

Aunque a ellos no les hace falta publicidad, Dios tiene un mirador en cada estrella y nos ve desde ella.