Cuaresma, tiempo para la renovación

Autor: Elena Baeza Villena 

 

 

Todas las madres aconsejamos insistentemente a nuestros hijos qué deben hacer… cómo lo deben hacer… queremos que sean perfectos. Igual, la Iglesia como Madre buena, nos recuerda a las puertas del comienzo de la Cuaresma, que empieza el próximo miércoles 17, la necesidad de convertirnos una y otra vez a Dios, rectificando lo que haya que cambiar en nuestra vida, que no es tarea fácil, pero si durante estos días, nos situamos con sinceridad total ante Jesucristo crucificado, no tardaremos en descubrir los detalles concretos en los que Él espera que mejoremos.

En las prácticas propias de este tiempo litúrgico se nos invita a la oración, al ayuno y a la limosna; por tanto no debemos olvidarnos de tantos millones de personas que pasan hambre. Ahora estamos muy sensibilizados con Haití, pero hay tantos más que también sufren; niños forzados a la esclavitud, personas sin hogar, enfermos que viven solos, etc.

Hoy día estamos muy preocupados por el culto al cuerpo y somos capaces de privarnos de comer para conseguir la belleza corporal y un aire juvenil, ¿Por qué no vamos a ser capaces de ayunar un día, con el firme propósito de compartir ese importe con el que más lo necesita? También podemos encontrar otras maneras muy diversas de mejorar en la práctica de la caridad fraterna. Saber hacer uso de las riquezas si las tenemos, sabiendo que Dios nos las ha puesto para gloria suya (es decir para saber utilizarlas). Sin embargo el cristiano que va por la vida rehuyendo sistemáticamente el sacrificio no encontrará a Dios, no encontrará la felicidad.