La Iglesia, con los más desfavorecidos

Autor: Elena Baeza Villena 

 

Para la Iglesia, la caridad no es una especie de actividad de asistencia social que también se podría dejar a otros, sino que pertenece a su naturaleza y es manifestación irrenunciable de su propia esencia. La Iglesia es la familia de Dios en el mundo. En esta familia no debe haber nadie que sufra por falta de lo necesario. Así lo explicaba Benedicto XVI, al recibir en audiencia en el Vaticano a los miembros de las asociaciones Pro Petri Sede y Etrennes Pontificales, de Bélgica, que le entregaban su ofrenda económica anual a favor de las necesidades de la Santa Sede. Al igual que estas asociaciones en el mundo entero las parroquias suelen hacer una colecta anual con este mismo fin, con objeto de que El Papa pueda hacer frente a las necesidades más urgentes que siempre existen en el mundo. El Santo Padre alentó a sus huéspedes a salir al paso de las necesidades de los hermanos más necesitados “para que sean respetados en su dignidad fundamental, y sean alimentados y cobijados”.

El ejemplo lo tenemos aquí en nuestro país, en el que estamos viendo como es la Iglesia la primera institución que se preocupa a todos los niveles por dar acogida, acompañar y ayudar a los inmigrantes. Son miles de cristianos los que desde las pastorales de inmigración de las diócesis de España, como Caritas, parroquias, asociaciones y personas profesionales y voluntarios, tanto laicos, como sacerdotes, religiosos y religiosas se encargan de ello. A pesar de que haya quiénes digan que la Iglesia no hace nada, que pregunten por el Padre Patera? Que sería de los más desfavorecidos sino fuera por la ayuda moral y económica que hace la Iglesia