Admoniciones

Los Reyes Magos

Autor: Camilo Valverde Mudarra 

 

 

¿Dónde está el que ha nacido, El Rey de los judíos? (Mt 2, 2).

 

"Y tú, Belén, tierra de Judá de ningún modo eres la menor entre las principales ciudades de Judá, porque de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo, Israel” (Miq. 5, 1; Mt 2,6).

Y llegaron los Magos de Oriente a Belén de Judea, preguntando por el Rey de los  Judíos: ¿Dónde está el que ha nacido? Entraron y vieron al niño con María, su madre, y postrándose lo adoraron; abrieron sus tesoros y le ofrecieron dones. Eran sabios del Oriente (Persia, Babilonia, Siria), que se dedicaban especialmente al estudio de la astrología. Los sacerdotes persas se dedicaban también a la astrología, por lo que eran considerados sabios, poseedores de una ciencia oculta y misteriosa; se les tiene incluso por hechiceros (Act 8,9-11; 13,6.8). La estrella fue un fenómeno cósmico natural, que Dios aprovechó para anunciar al mundo el nacimiento del Salvador Los tesoros que traen (Mt 2,11) son de Arabia. Estos dones tienen un simbolismo: Con el oro reconocen su realeza, con el incienso, su divinidad y con la mirra, la humanidad de Jesús. El Evangelio no dice ni cuántos eran ni que fueran reyes. El número tres se debe a los tres regalos que ofrecen al Niño Jesús; sólo a partir del siglo VIII, y procedente de los libros apócrifos, se los denomina con los nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar.

El hecho de la adoración de los magos tiene la significación teológica de la llamada a la fe de los pueblos gentiles. La salvación es universal. El Evangelio está dirigido a todo hombre; ha de ser predicado en todo el mundo.

Este niño será un jefe, el nuevo Moisés que conduce a su pueblo por el Éxodo de esta vida. Pastor, “Yo soy el buen pastor que arriesga su vida por las ovejas” (Jn 10,11). Y rey, rey de un reino de paz que no es de este mundo (Jn 18,36). Jesús había dicho:Vosotros sois de abajo. Yo soy de arriba. Vosotros sois de este mundo. Yo no soy de este mundo. Moriréis en vuestros pecados, si no creyereis que Yo Soy...” Y añadía: “Cuan­do hayáis levantado al Hijo del hombre, conoceréis que Yo Soy, y que nada ha­go por mi cuenta, sino que digo lo que me enseñó el Padre. Cuando dijo esto, muchos creyeron en E1. Si vosotros permanecéis en mi doc­trina, sois de veras discípulos míos, "y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Jn 8,23-32).

Simeón los bendijo y dijo a María su madre: "He aquí que este niño está destinado para ser caída y resurgimien­to de muchos en Israel; será signo de contradicción, y una espada atravesa­rá tu alma, para que sean descubiertos los pensamientos de muchos corazo­nes" (Lc 2,34-35).

 Preguntemos, con los Reyes, dónde está Jesucristo para yo ir también a verlo, adorarlo y hacerme su íntimo amigo.