Admoniciones
Teorías
Autor: Camilo Valverde Mudarra
Vuestro interior está lleno de rapiña y de maldad ¡Insensatos! (Lc 11,39b).
Los fariseos y los escribas tienen muchas prácticas que observan por tradición, no comer sin lavarse las manos, lavatorios de copas, de jarros, de bandejas y de lechos. Un día, preguntaron a Jesús por qué sus discípulos no observaban la tradición. El les contestó: "Hipócritas, Isaías profetizó acerca de vosotros en la Escritura: Este pueblo me honra con labios, pero su corazón está lejos de mí. Es vano el culto que me dan, enseñan doctrinas que son preceptos de hombres" (Is 29, 13). En su soberbia e hipocresía, dejan el mandamiento de Dios y se aferran a las tradiciones y modas de los hombres. Y añadió: "Vosotros, para guardar vuestras tradiciones, violáis el mandamiento de Dios". Los escribas y fariseos habían interpretado la Ley sobrecargándola de prescripciones minuciosas, que llaman "tradiciones" orales, a las que daban más importancia que incluso a la misma Ley.
La impureza está en el hombre, es la maldad que tiene en su alma. "Lo que sale del hombre es lo que contamina al hombre, porque de dentro del corazón del hombre proceden los malos pensamientos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, envidia..." (Mc 7,1-23). Solamente es pecaminoso lo que de malo sale del corazón y es fruto de la libre voluntad del hombre. Pero lo que entra en el hombre, como es el alimento, no perjudica, no contamina al que come, pues no tiene nada que ver con la parte moral del hombre, sino únicamente con el acto de vivir, con la digestión y la alimentación.
Jesucristo los critica y les ataca directamente probándoles que ellos no cumplen la Ley Escrita, más importante que las tradiciones escrupulosas, de dar a Dios un culto puramente externo, lo que realmente es una ofensa a Dios, por mantener, lejos de E1, su corazón: "¡Ay, nación pecadora, ralea de malvados! Han abandonado a Yahvé... Aprended a hacer el bien, perseguid la justicia, socorred al oprimido, haced justicia al huérfano..." (Is 1,1-27).
Jesús es la absoluta verdad, Yo soy el camino la verdad y la vida (Jn 14,6) Amad la verdad y la verdad os hará libres (Jn 8,32 ) El dios dinero no da la felicidad ni trae la salvación, ¡qué difícil es que entren en el Reino de Dios los que confían en las riquezas! (Mc 10,24b). Ni las riquezas ni los placeres dan la vida. Es Cristo el único camino, Yo soy la vid verdadera; el sarmiento que no da fruto en mí se arranca y se echa al fuego. El que permanece en mí y yo en él, da mucho fruto; pero, sin mí, nada podéis hacer (Jn 15,1-6). Hay que aferrarse al tronco de la verdad, que es Jesucristo. La forma de estar unido a Jesús es la fe y la fructificación en las obras, así el Padre lo amará y permanecerá en él y Cristo lo amará. Es la doctrina de la purificación, que será el negarse a sí mismo y a todo el egoísmo e impedimento a la acción fructificadora de la gracia.