Admoniciones

¿Libertad!

Autor: Camilo Valverde Mudarra 

 

 

Si el Hijo os libera, seréis de veras libres (Jn 8,36). 

La libertad es un bien opuesto a la esclavitud. Dios es el liberador del hombre. La libertad es un don innato que Dios concede al hombre desde su creación, hecho a su imagen (Gn 2, ) y libre lo puso en el Paraíso (Gn 2, ). Pero la soberbia: "seréis como dioses" lo arrastró a la desobediencia que acarreó el mal a la humanidad. La libertad radical está en verse fuera de la acción de hombres que libremente hacen el mal. Ello es consecuencia siempre de la injusticia, que, en su provecho, interpone la opresión, la esclavitud y la muerte y a su vez genera más injusticia. 

Dios libera su pueblo (Éx 19,5). El Éxodo significa la ruptura de la condición de opresión y esclavitud y la constitución del Pueblo de Dios que inicia su andadura de identidad como nación independiente. Este acto liberador de Egipto implica al colaboración activa del hombre en la conformación de la entidad social (Éx 3,7-8). Yahvé interviene porque no quiere que su pueblo viva en la angustia de la esclavitud. Toda la acción liberadora de Dios en la Biblia es la continuación de esta intervención salvadora. Los profetas, después, van a ser los heraldos propagadores de la libertad; ellos serán los impulsores de los derechos del pobre, del explotado y del oprimido (Is 42,1-9). 

Jesucristo ha venido a establecer la libertad del hombre (Lc 2,30.32); es el ungido que trae la liberación a los cautivos y el enviado a promulgar la libertad de todos los pueblos explotados (Lc 4,18-21). Jesús lucha contra la esencia del orden injusto. La pobreza y la injusticia social manifiestan la permanencia del pecado, por eso llama a la conversión y a la fraternidad (Jn 8,31,36; Rom 6,22; 8,2). Siempre invita a la misericordia, al perdón y a la justicia (Mt 9,12-13). La auténtica libertad del hombre se encuentra en el Evangelio dentro de la teología del Reino (Mt 4,17; 25,23). Jesús libera en la profundidad del ser, pues predica la dimensión esencial de la libertad que es el amor, libertad radical ofrecida por Dios en Jesucristo (Rom 8,34). Y, para­dójicamente, sometidos a la Ley del Espíritu de vida (Rom 8,2),aceptamos una nueva esclavitud que es la "ley de la libertad" (Sant 1,25), haciéndonos esclavos de Jesucristo (1 Cor 7,21,22,39; Gál 3,28; 5,1)

La acción del Espíritu Santo infunde la libertad (Rom 8,2; 2 Cor 3,17); que la ofrece y la realiza en el ámbito social y en la esfera del espíritu (Gál 5,1). Y, pues, somos hijos de Dios, somos hombres libres (Rom 8,21