Admoniciones

Muerte del hijo

Autor: Camilo Valverde Mudarra 

 

 

Los muertos resucitan, se anuncia el Evangelio a los pobres (Lc 7, 22b).

Este milagro contado únicamente por Lucas (7,11-17), tal vez, es la repuesta
a los enviados por el Bautista: informad (7,22).

Jesucristo, con sus discípulos, seguido de mucha gente, caminaba hacia Naím
(bella, graciosa), a unos diez kilómetros de Nazaret. A las afueras del pueblo, se encontró con el séquito de un entierro; portaban sobre unas parihuelas, cubierto con un sudario, con la cabeza tal vez al descubierto, a un joven, hijo único de una viuda, que traspuesta lloraba con dolor. 
Los semitas, envolviéndolo en una sábana, entierran al difunto la tarde de su muerte sin ataúd. La legislación rabínica ordenaba que, al encontrarse con un grupo fúnebre, debía uno seguirlo y acompañar el duelo. Cristo, viéndola, se compadeció de ella. El relato muestra enorme tacto y una gran ternura.
Consuela a la madre: No llores. Seguro de quién es, con toda autoridad y sin
pararse en los prejuicios de la impureza legal de tocar al muerto (Nm 19,16), puso su mano en el féretro y le ordenó levantarse: ¡Joven, a tí te hablo, levántate! Destaca la actitud imperativa de Jesús. Es Dios y ordena.
La fórmula que usa es muy especial. Jesucristo le manda en primera persona:
"Yo a tí", indica el poder de resucitar en nombre propio, como, en el A.T.,
el poder de la vida y la muerte, reside en Dios. El muchacho se levantó y
comenzó a hablar, rasgo con el que se resalta que efectivamente ha resucitado; y el detalle en el relato de Lucas, extiende la delicadeza de Cristo, dice que se lo entregó a su madre, porque, por ella y para ella, lo hizo, al compadecerse de la debilidad y tristeza humanas. El pueblo se llenó de temor por el prodigio, glorificó a Dios, pero no entendió el acto de Jesús, al decir que era un gran profeta; no valoró las palabras de la fórmula; sólo ve uno más de aquellos que actuaban por impetración a Dios, como Elías y Eliseo a los que parece evocar. Los dos resucitaron dos  hijos únicos y de viuda; el final (v. 15) casi reproduce las mismas palabras  de Elías (1Re 17,23) Tal vez, Lucas quiere establecer por contraste la
divinidad de Cristo, que obra con dominio; no es mediador ni hace rituales complejos de súplica, es Dios mismo que actúa por la eficacia de su palabra.

Lucas llama a Cristo "Señor". Es propio del cristianismo primitivo (Rm 10,9; Flp 2,11), para proclamar su divinidad. Es la intención de Lc: indicar que es Dios, Señor de la vida y de la muerte. Proclama a Cristo, Kirios, al resucitar a un muerto. La viuda, símbolo de la mayor debilidad, encuentra a Cristo y Él le devuelve el hijo. Toda la vida de Jesús es el encuentro de Dios con los hombres. Cristo Jesús hace presente la salvación. Concluye el relato con un himno de gloria y alabanza.