Admoniciones

Obras

Autor: Camilo Valverde Mudarra  

 

 

                       En el Evangelio de San Juan, tenemos especificado todo el programa de conducta que debemos seguir para alcanzar la felicidad y la libertad.

 

                        "Los que obraron el bien resucitarán para la vida, y los que hicieron el mal resucitarán para la condenación. Yo no puedo hacer nada por mí mismo... No busco mi voluntad sino la voluntad del que me envió" (Jn 5, 29).

                        "Si me conocierais a mí, conoceráais también a mi Padre" (Jn 8, 19).

                        Y un poco mas adelante, en el versículo 29, dice: "El que me ha enviado est< conmigo, y no me deja solo, porque yo hago siempre lo que le agrada a Él". Y añade en el 31: "Si vosotros permanecéis en mi dosctrina, sois de veras discípulos míos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres". "Yo os he dado ejemplo para que hagáis vosotros como yo hice". "Felices vosotros si practicáis ya estas cosas que sabéis".

 

                        Estas palabras de Cristo son todo el programa y guía de conducta del cristiano.

                        A veces andamos aturdidos, nos movemos confusos sin tener un asidero firme en nuestra vida y buscamos equivocados en otras direcciones que colmen nuestras ansias; pero siempre nos tenemos que replegar cansados y desfraudados. Y es porque no sabíamos qué hacer y cómo proceder; nos habíamos olvidado del Evangelio, en que siempre encontramos la solución a las inquietudes y el rumbo cierto para nuestra existencia.

                        En la palabra de Cristo, encontraremos, sin esfuerzo y sin sobresaltos, el mejor programa de vida personal sana y profunda. Las directrices de conducta limpia y digna: "Los que obraron bien", "no busco mi voluntad, sino la del Padre": Esta regla de vida es sencilla: hacer y obrar el bien, y ello se consigue haciendo, no nuestra voluntad, sino la del Padre. Y para esto hay que conocer a Jesús, el Maestro. Por esto, hay que meditar y reflexionar leyendo todos los días el Evangelio, y de este modo: seréis mis discípulos y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres. El mundo se aparta del Evangelio, si se plegara a su palabra, otro orden de paz y amor reinaría e inundaría la injusticia.

                        Hoy que tanto se habla de libertad y que tanto se ansía y se busca y tantas veces se vicia y se equivoca, no nos damos cuenta que la tenemos en el conocimiento de Jesucristo y en su doctrina: os he dado ejemplo para que hagáis vosotros como yo hice y la verdad, esta verdad de Cristo, os hará "libres y felices".

                        La Libertad con mayúscula, la libertad absuluta, no dependiente de mezquindades.

                        Y la Felicidad, la auténtica felicidad de sentirse hijo de Dios y hermano de los hombres. No la que da el mundo: no la da el dinero, ni la diversión y los placeres; ni la da el dominio y el poder.

                        Amigos y hermanos, el conocimiento del Evangelio, y por tanto, de Cristo, proporciona  la verdadera libertad y la sana felicidad.

                        Plegaos a Jesús y la tendréis. Que así sea.