Admoniciones
La Santidad
Autor: Camilo Valverde Mudarra
S. Pedro, en su primera carta dice estas hondas y extraordinarias palabras:
"Ceñidos los lomos de vuestro espíritu, permaneced imperturbables y poned toda vuestra esperanza en la gracia que os será otorgada el día de la manifestación de Jesucristo… Sed santos en toda vuestra vida como es santo el que os ha llamado, pues está escrito: ‘Sed santos porque santo soy yo’" (1 Pe 1, 13-25)
Todos estamos llamados a la santidad. Esta es la vocación del cristiano. La palabra vocación viene del verbo latino "vocare", que significa llamar. Dios nos llama a cada uno a ser santos. La santidad es el fin primordial de todo cristiano. No es algo para lo que están destinados sólo unos cuantos privilegiados, ni obligación exclusiva de los consagrados a la vida religiosa y contemplativa. Es la vocación de todo cristiano que recibe la llamada: "Ven y sígueme" y obediente se pone en disposición de recibir la gracia otorgada por Dios. Así lo hizo el mismo S. Pedro y todos los Apóstoles: "Ven y sígueme; deja las redes y yo te haré pescador de hombres".
"Ceñidos los lomos de vuestro espíritu", es decir, preparados, dispuestos a responder con prontitud a la llamada del Señor, vestido y calzado nuestro espíritu con el amor a Dios y al prójimo para salir andando de momento, sin demoras de afecciones mundanas, ni estorbos de alocadas diversiones o los placeres insensatos, sin impedimentos de apego al dinero ni afán de poder, ni trabas de egoísmo y de injusticia que impidan nuestra ascensión al monte santo; prestos y prevenidos como las Vírgenes prudentes con la lámpara encendida y la alcuza llena del aceite que mantiene vivo el amor.
Y este camino de santidad no se emprende sólo con el concurso de las fuerzas personales: "Poned vuestra esperanza en la gracia otorgada". Es entregarse en manos de Dios que llama y al mismo tiempo otorga, esto es, concede la gracia y nos da la energía para permanecer imperturbables y esperar confiadamente día a día en la ayuda e impulso de Cristo para ser santos.
El modo y el motivo están claros. Hay que ser santo en toda nuestra vida, en todas las acciones, en todo nuestro ser, como es santo el que nos ha llamado, pues está escrito: "Sed santos porque santo soy yo", dice Yahvé. Por lo mismo exige nuestra santidad.
Con este pensamiento, exclama Lope de Vega en su famosa Octava Real:
¿Yo para qué nací? Para salvarme;
que tengo que morir es infalible,
dejar de ver a Dios y condenarme,
triste cosa será, pero posible.
¡Posible! ¿Y río, y duermo, y quiero holgarme?
¡Posible! ¿Y tengo amor a lo visible?
¿Qué hago? En qué me encanto?)En qué me ocupo? ¿)¿
Loco debo de ser, pues no soy santo.
Hermanos, santos de Dios, aquí y luego en el Señor.