Primer Congreso Democrático

Autor: Camilo Valverde Mudarra  

 

 

Ya se sabía que estos “innecesarios” apoyos traerían estas gracias. Esta es la consecuencia de juntarse con dictadorzuelos cañavereros y lenguaraces. La dictadura se revuelve, lanza su garra y aplasta. La ola de represión que está creciendo en Cuba muestra con claridad a los ingenuos, que el giro del Ejecutivo Español hacia la Isla es "completamente equivocado". Muchos candorosos pensaban que el nihilismo que inspira la política exterior de Zapatero le había llevado a pedir a Bruselas otra oportunidad para Castro. Ya lo dice Cervantes en el Quijote: “Hacer bien a villanos es echar agua en el mar” (Q. I., 277). 

El Gobierno Español ha presentado una blanda protesta a la Embajada del régimen castrista por la expulsión "inaceptable" de políticos y periodistas, que querían asistir al Primer Congreso Democrático Cubano organizado por el movimiento opositor: “Asamblea para Promover la Sociedad Civil en La Habana”. Catorce europeos fueron detenidos y expulsados de Cuba, acusados de hallarse en la isla de modo irregular. Moratinos, insistiendo en el deseo español de mantener una "buena relación" con el régimen, pidió a las autoridades cubanas "que nos ayuden" a mejorar el diálogo; y, entre tanto, la Embajada Española en Cuba, en su silencio inoperante, no ha hecho nada, para garantizar la seguridad de los españoles e impedir la expulsión.

¡Es una maravilla esta excelsa gestión diplomática de nuestros asuntos exteriores! Osease que el tal ministro, con llorosa insistencia, expresa, al cigarrero dictador, su vivo deseo de “mantener una buena relación”; y, ya, en el colmo de su desvarío amoroso, le ruega su ayuda para mejorar los requiebros de diálogo. Es lo mismo que en el otro caso. ¿De qué van a dialogar? Aquí, como allí, no hay más que una palabra: ¡Váyase! Es todo lo que hay que decir; váyase y deje las coyundas, deje libre nuestra preciosa Isla Cubana, deje volar las conciencias, venga el ejercicio democrático al pueblo oprimido durante tanto tiempo, que ha aguantado y aguanta lo indecible.

La paciencia de los cubanos es larga; decía W. B. Prescott que “en contienda entre el poder y la paciencia, hay que apostar por la paciencia”. Tras 46 años de resignación y resistencia, un comité valiente y arrojado de disidentes, combatientes por la libertad, han convocado una asamblea democrática en La Habana; y plantan cara a la tiranía, en el ágora de la ciudad que cobija al tiránico gobierno de déspotas; bajo sus barbas los disidentes castristas han logrado convocar la I Asamblea para la promoción de la Sociedad Civil. La histórica iniciativa ha nacido del interés de varias organizaciones opositoras al régimen, promovidas por M. Beatriz Roque, economista que sufrió veinte años de prisión y se encuentra actualmente en arresto domiciliario, única y exclusivamente, por expresar sus ideas en público. 

En su candidez “desideranda”, depositan estos socialistas, esperanzas en una transición a la democracia manejada por los comunistas. Si a una tiranía liberticida que ha trocado el prostíbulo batista en cubil de zarpa y mordisco, se le tiende la mano, lo propio y normal es que se quede con el brazo y salga bufando sangre. El sargento Castro quiere mantener, en la esclavitud, a los cubanos hasta que Lenin lo llame. No cabe la complicidad ni tácita ni expresa con una dictadura, es inaceptable. La política de Zapatero con Cuba no va a terminar con el castrismo, pero le insufla aliento y lo camufla de una legitimidad grotesca, desconocida y pisoteada por él mismo.