III. Dios se revela en los pobres

Autor: Camilo Valverde Mudarra

 

 

II.- NUEVO TESTAMENTO 

l.- Jesús pobre  

Jesús nace fuera de la ciudad. Como los más pobres. En una cueva del desierto de Judá, destinada a las caballerizas. Su cuna fue un pesebre hecho de piedras. En la posada pública -katalima-, donde la estancia era gratuita, un patio cuadrangular, a cielo abierto, en cuyo centro estaban las caballerías y en los cobertizos las personas; no "había sitio para ellos", por el inminente alumbramiento de María que requería un acomodo reservado, lo que, en aquellas condiciones, allí no era posible. Y, como José y María eran pobres, no podían albergarse en estancia de pago.

Jesús quiso tener por madre una mujer pobre y  María lo fue. Ella misma proclama su pobreza, su "baja condición social" –tapeinosis-: Lc 1,48). Esta fue la causa de que Jesús viniera a este mundo marcado desde el principio con el signo de la pobreza.

Al Rey de Reyes, el Soberano del mundo, fueron a rendirle pleitesía, no los grandes, los nobles y los poderosos, los teólogos y los expertos en las Sagradas Escrituras, sino los ignorantes, los insignificantes, los pastores, pertenecientes al "pueblo de la tierra", des­preciados por los fariseos, tenidos por ladrones y gente de mal vivir, desconocedores de la Ley, por lo cual no la cumplían y, por tanto, eran unos pecadores públicos.

La gente sencilla, que vivía al margen de la civilización, fueron los primeros en conocer y en celebrar el gran acontecimiento de la historia, los primeros que Jesús quiso tener a su lado (Lc 2,8-17). La señal que les dieron los ángeles, para que lo reconocieran, fue la pobreza: "Encontraréis a un niño acostado en un pesebre" (Lc 2,13). Y, sin embargo, en este niño está la riqueza de la salvación, el poder de Dios, el resplandor de su gloria. Los pastores son contados ya, como lo serán luego las prostitutas y los publicanos, entre "los pobres, los pequeños, los excluidos" que reciben el reino con entusiasmo y alegría. ¿Y quién puede decir que el establo, donde nació, no fue el de los mismos pastores?

De los treinta años de la vida privada de Jesús en Nazaret, no sabemos nada. Esto significa que su vida no se diferenciaba de la de sus paisanos. San José era un artesano, carpintero, agricultor, herrero, albañil, lo que fuera, pues el vocablo griego tekton (en latín faber) tiene todas esas significaciones. Jesús tendría el mismo oficio, pues los judíos enseñaban a sus hijos un oficio que, por lo general, era el suyo propio.

Jesús, pues, se ganaba su comer con su trabajo. Tradicionalmente, se ha venido diciendo que era carpintero, hoy se habla de que pudiera haber sido un obrero de la construcción, empleado en la ciudad de Séforis, a unos cinco kilómetros de Nazaret, que, a la sazón, se estaba construyendo por orden y para el engrandecimiento de Roma.

Jesús cumplía así con el primer mandato que Dios impuso al hombre antes del primer pecado (Gn 1,26-28) y que, después del pecado, adquiere un carácter de castigo (Gn 3,19): el trabajo, como única fuente de subsistencia, del que sólo están excluidos los menores, los ancianos y los discapacitados. El vivir de la herencia, sin hacer nada y la holgazanería son un pecado público.

Jesucristo perteneció a la clase social de los pobres, de los humildes de su tiempo. No se avergonzó de ello, antes al contrario, se gloriaba de ello: "Yo soy manso y humilde", acogedor de cuantos están "rendidos y agobiados" (Mt 11,28'-29). Fue un pobre, pero no un pordiosero. Ni fue, ni podía serlo, pues vivir de limosna no entra en los planes de Dios, algo que es fruto, unas veces -la mayoría- de la injusticia y otras de la vagancia, cosas estas, incompatibles con el evangelio que él predicaba.

Jesucristo, al enviar a sus  discípulos a predicar la Buena Noticia, "les ordenó que no llevaran nada para el camino: ni pan, ni alforjas, ni dinero" (Mc 6,8). La misión lleva la fuerza de la palabra, no la del dinero.

Así vivía Él, pobremente. Al comenzar su vida pública, deja su casa y su oficio, y se dedica plenamente a predicar el Evangelio. Desde este momento, se automargina. Establece su centro operacional en Cafarnaún (Mt 4,13), en la casa de Pedro (Mc 1,29;2,1), pero, cuando se distancia de allí, no tiene casa propia donde vivir (Mt 8,20; Lc 9, 58). Se encuentra a merced de la hospitalidad, de la acogida (Lc 10,58), de la ayuda generosa de sus discípulos y discípulas (Lc 8,1-3), aunque a veces fue rechazado y no le dieron alojamiento (Lc 9,52-53). Cuando tuvo que pagar el impuesto del templo, no tenía dinero (Mt 27,17), lo que indica que no acaparaba dinero, que vivía al día, que practicaba el Padrenuestro, su oración, la oración que enseñó a sus discípulos, en la que se pide al pan sólo para hoy, mañana Dios dirá y dará.

 

2. El crucificado 

Jesucristo, "siendo rico, se hizo pobre por nosotros" (2 Cor 8,9) Esta frase es una de las más profundas de la cristología paulina que encuentra su desarrollo ulterior en el himno cristológico de Filipenses: 

"Jesucristo, teniendo condición divina, no consideró como codiciado tesoro el mantenerse igual a Dios, sino que se anonadó tomando la condición de esclavo, haciéndose igual a los hombres, se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte y una muerte de cruz” (Flp 2,6-8). 

Por amor a los hombres, dio un salto en el vacío, hacia la nada. Se hizo hombre y se situó en la pobreza, no quiso disfrutar del bienestar, de los placeres y de la felicidad que se puede alcanzar en esta vida. No se dejó llevar por el deseo de las riquezas. Vivió la pobreza hasta el final en grado sumo y de una manera heroica. Murió despojado de todo (Jn 19,23-24; Mt 27,35). Nació fuera de la ciudad y fuera de la ciudad murió, en la marginación y en la más espantosa soledad, abandonado hasta de su propio padre (Mt 27,46), recitando el salmo de los pobres (Sal 22), solos y abandonados casi siempre.

Dejó en herencia únicamente la ropa que llevaba encima y que se repartieron, en suerte, los cuatro verdugos que le ajusticiaron (Jn 19,23-24). Fue puesto en un sepulcro prestado (Mt 27,60). No pudo rebajarse más, pues la muerte en cruz era la más ignominiosa, reservada por los romanos, para los esclavos y los extranjeros.

Murió joven, murió antes de tiempo, como esos setenta mil seres humanos, a los que condenamos a morir de hambre cada día los que estamos hartos de comer.

Con su opción por los pobres se complicó la vida; por tocar a un leproso para curarlo (Mc 1,40-45) quedó contaminado de impureza legal, por lo que no podía andar en sociedad, en las ciudades, sino en lugares despoblados y solitarios, como tenían que andar los leprosos, unos muertos sociales (Lev 13,16). Lo echaron fuera de la ciudad (Lc 4,29). A veces, vivió como un prófugo, para escapar de Herodes que lo perseguía a muerte (Lc 13,31). En otra ocasión, al enterarse de la decapitación del Bautista, se retiró a un lugar tranquilo para estar a solas (Mt 14,13). El Sanedrín "tomó la decisión de darle muerte. Se retiró, con sus discípulos a un pueblo llamado Efraín, muy cerca del desierto (Jn 11,53-54), por lo que fue declarado prófugo, como delincuente en busca y captura (Jn 11,57).

Fue condenado por blasfemo, por hacerse igual a Dios. Con sus obras y con sus palabras, fue construyendo y anunciando su muerte cruel. Quebrantaba la sacralidad del sábado, decía que el sábado estaba, para servir al hombre, no para hacerle su esclavo. Ridiculizaba las prescripciones ritualistas de los fariseos. Decía que la persona humana estaba por encima del templo; que para adorar a Dios, no hacia falta ir al templo. Fue un subversivo religioso, por lo que se ganó la animadversión de los fariseos y de los Sumos Sacerdotes.

Fue condenado también, por revolucionario. Denunció la tiranía de los dirigentes políticos. Al rey Herodes, que se creía que era algo, le dice que era un zorro, es decir, un "don nadie". Se juntaba con los pecadores públicos, los publicanos, las prostitutas, los ignorantes. Defendía los derechos de los débiles. Fue también, un subversivo social. Con todo esto, se elaboró su propia condena, Murió por todos, pero especialmente por los pobres y por un futuro en el que ya no haya pobres.