Benedicto XVI en Brasil

Autor: Camilo Valverde Mudarra

 

 

Fiel colaborador del Papa Viajero, Benedicto XVI, portando, en su morral, la «esperanza» de la fe cristiana, carga que ha de disipar las tinieblas que incumben sobre los cristianos, ha llegado a Brasil; entre miles de fieles del pueblo más alegre y jovial que lo aclaman, el Pontífice, ha sido recibido por Lula da Silva que destacó «el liderazgo moral» del Pontífice y los valores que él comparte, como la protección de la familia, el combate del hambre y la búsqueda de una educación de calidad para los pueblos.

El Papa, que se sabe Brasil, su historia, su evolución y su gente, un pueblo de 155 millones de católicos, envuelto en interesantes «culturas indígenas», difundió, con ojos amables y una sonrisa confiada, su alegría por visitar Iberoamérica, y su deseo de que se resuelvan los grandes problemas de la humanidad». En sus primeras palabras resaltó la responsabilidad de los católicos brasileños como timón del Continente: «Este país deberá servir de barco para las propuestas eclesiásticas que, Dios quiera, puedan dar un nuevo vigor e impulso misionario a este continente; en este área geográfica, los católicos somos mayoría, lo que implica que debemos contribuir de modo particular al servicio del bien común».

En medio de la fuerte polémica despertada por la legalización parcial del aborto en México y el debate suscitado en Brasil, defendió la familia, célula básica de la sociedad y el derecho a la vida; toda actividad católica se enmarca dentro de la libertad, «sed hombres y mujeres libres y responsables; haced de la familia un foco irradiador de paz y de alegría; sed promotores de la vida, desde el inicio hasta su final natural»; y añadió, que Iberoamérica ha asentar los pilares de una nueva evangelización, pues, "custodia valores radicalmente cristianos que jamás serán cancelados". El Papa considera que "el granero de católicos del mundo necesita una nueva evangelización para afrontar entre otros el problema de las sectas y el avance de sociedades cada vez más secularizadas". Los católicos están descendiendo vertiginosamente en Iberoamérica captados por las iglesias pentecostales y evangélicas, que avanzan en México, Guatemala, Chile y en Brasil, en que se cuentan ya unos 24 millones de adeptos. El auge de las sectas, para Benedicto XVI, demuestra que existe una fuerte sed de Dios y que la Iglesia Católica tiene que buscar esos nuevos caminos junto con los fieles, para encontrar unas condiciones de vida justas. El éxito de las sectas, según los observadores, se debe a las crisis del catolicismo, a la decadencia moral de la sociedad y la pobreza en la que vive gran parte de la población. La lucha contra la pobreza es prioritaria para la Iglesia Iberoamericana, por cuanto atañe a la educación, a la salud, la vivienda y al desarrollo integral de la persona.

El Papa que siente predilección por los jóvenes, a quienes considera pilar fundamental de la Iglesia, les instó a no dejar que su vida transcurra inútilmente. Jesús es el único capaz de darnos una respuesta, porque es el único que puede garantizar la vida eterna, el único que consigue mostrar el sentido de la vida presente y darle un contenido de plenitud». «Vosotros, jóvenes, sois el presente joven de la Iglesia y de la humanidad. Sois su rostro joven. La Iglesia necesita de vosotros, como jóvenes, para manifestar al mundo el rostro de Jesucristo, que se dibuja en la comunidad cristiana; yo os envío para la gran misión de evangelizar a los jóvenes que andan errantes por este mundo, como ovejas sin pastor»; vosotros "podéis dar un renovado vigor e impulso misionero a este continente".

El Pontífice pidió a los gobernantes, que «consideren que la ambición desmedida de riqueza y de poder lleva a la corrupción personal y ajena; no existen motivos, para imponer las propias aspiraciones humanas, sean económicas o políticas, con el fraude y el engaño». Con sentido ecuménico, no ha querido marchar sin dialogar con los máximos responsables brasileños de iglesias evangélicas, del islam y del judaísmo.