Jerusalén Cuidad Santa

Autor: Camilo Valverde Mudarra 

 

 

Jerusalén tiene el significado de ciudad santa, santidad, se diría, que es anterior a la historia israelita; y, perdiendo realidad humana, llega a convertirse en categoría teológica.

A lo largo del Salterio, es constante la cuestión de Sion como ciudad santa, elegida por Dios para hacer habitar en ella su Nombre y para servir de sede a la dinastía davídica. Entre ellos, tenemos, en concreto, seis salmos (46; 48; 76; 84; 87; 122), en los que la ciudad santa entra como tema central.

Jerusalén era a un tiempo 1a ciudad de Yahvé y la ciudad de David. Es decir, en Jerusalén cabe distinguir dos aspectos, el religioso y el político. En este último, la importancia de Jerusalén sigue una curva descendente. Conoce un momento de apogeo durante los reinados de David-Salomón, pero luego pierde relieve. A raíz de la muerte de Salomón se divide el reino, y Jerusalén lleva la peor parte al quedar como capital del pequeño reino de Judá. Luego pasará a ser ciudad tributaria bajo la dominación asiria, babilónica, persa, griega y romana sucesivamente. En cambio, como ciudad religiosa, su importancia sigue una línea ascendente. A pesar del cisma de Jeroboam, que levanta dos santuarios antagónicos en Betel y Dan, los yavistas fieles siguen considerando a Jerusalén como centro del yavismo. El exilio no hace más que intensificar la nostalgia de los desterrados hacia la ciudad santa (Sal 137). A partir del exilio, cuando Israel no es ya tanto un Estado cuando una «Iglesia» (Judaísmo), Jerusalén se convierte en el centro religioso de todos los judíos, no sólo de los que están en Palestina, sino también de las múltiples comunidades que viven en la diáspora. A partir del destierro, Jerusalén ha ido perdiendo incluso realidad histórica y geográfica, para convertirse en categoría teológica. Se empieza a hablar de la nueva Jerusalén, de la Jerusalén celestial, de la Jerusalén escatológica, tema que tendrá su culminación en el Apocalipsis (c. 21-22).

La santidad de Jerusalén diríamos que es anterior a la historia israelita. Antes de ser la morada de Yavé, Jerusalén, con el nombre de Jebús, era ya la ciudad santa de El Elyon ( = Dios Altísimo : Gen 14, 18). Dicho con otras palabras, las ciudades santas cananeas fueron convertidas por los israelitas en ciudades santas yavistas. Con todo, los hechos decisivos y determinantes, que convierten a Jerusalén en ciudad yavista y capital davídica son los que se narran en 2 Sam 5-7, a saber: conquista de Jebús por David (c. 5); traslación del arca de la alianza a Jerusalén (c. 6); canonización de la dinastía davídica por Natán (c. 7).

De todos estos hechos, el más importante era la traslación del arca. Desde un punto de vista religioso, el arca tenía una doble significación: a) Era el trono de Yahvé, es decir, significaba la presencia de Yahvé en medio de su pueblo (1 Sam 4, 7. 22; véase Nu 10, 1-5; Sal 132, 8; 1 Re 8, 9; etc.); b) Era el arca de la Alianza, o sea, el depósito donde se guardaban las tablas de la Ley (Dt l0, 1-5).

Desde el punto de vista social y político, el arca había sido el centro de gravedad de las tribus durante los años del desierto y en torno al cual se agrupaban periódicamente una vez que entraron en Palestina (Jue 21, 19-21;Jos 24; 1 Sam 1, 3. 7; etc).

Por lo tanto, la traslación del arca a Jerusalén constituía esta ciudad en morada de Dios y, al mismo tiempo, en centro de cohesión de todas las tribus.