Evangelio de San Mateo

La venida del Hijo del Hombre (Mt 24,1-25,46).

Autor: Camilo Valverde Mudarra

 

 

Las palabras de Jesús sobre la venida del Hijo del hombre, están inspiradas en el libro de Daniel. Los primeros cristianos, que esperaban fervientemente la segunda venida de Jesús, recordaron puntualmente aquellas palabras y las conservaron. Finalmente, Marcos compuso con ellas un discurso, intentando explicar su sentido y aplacar los ánimos de quienes pensaban que dicha venida era ya inminente.

Para San Mateo la cuestión varía. Por un lado, la segunda venida de Jesús se retrasa, y ante los ojos de la Iglesia aparece la historia como espacio para el compromiso. Por otro, el evangelista contempla con preocupación los signos de abandono, dejadez, rutina, y enfriamiento que comienzan a aparecer en la comunidad. En esta situación, Mateo descubre que aquellas palabras de Jesús encierran una profunda enseñanza, y compone con ellas una exhortación dirigida a los cristianos que se fundamenta en dos profundas convicciones: la venida del Hijo del hombre es un hecho cierto, aunque no sucederá enseguida: mientras llega el momento, es necesario preparar este gran acontecimiento, viviendo según las enseñanzas de Jesús.



El templo destruido (24,1-14). En Mateo el texto es una prolongación del oráculo con el que Jesús anunciaba la destrucción del templo y su venida al final de los tiempos. El evangelista suprime la escena de la ofrenda de la viuda, que tanto en Marcos (Mc 13,41-44) como en Lucas (Lc 21,1-4), preceden al discurso sobre el fin.

El motivo central no es la destrucción del templo, o de Jerusalén, sino la venida de Jesús al final de los tiempos. Jesús comienza invitando a todos a conservar la calma. Anunciarán que surgirán voces de alarma, y que muchos usurparán el nombre del Mesías, pero esto es sólo el comienzo del fin. Antes de que venga el Señor, la comunidad cristiana tiene que sufrir acosos desde fuera, y, lo que es más doloroso, desde dentro. A pesar de ello, los cristianos deben seguir anunciando la buena noticia del reino a todas las naciones. Sólo después de que ocurra todo esto volverá el Señor. Mateo se dirige a su iglesia misionera invitándola a la constancia, a perseverar hasta el fin, fieles al mandamiento del amor.

La gran tribulación (24, 15-28) Todos los acontecimientos descritos en este párrafo se refieren a la situación inmediatamente anterior a la venida del Hijo del hombre. Aquí, como en el resto de la primera parte del discurso, Mateo utiliza un lenguaje extraño. Es el lenguaje de la corriente apocalíptica, representada por el libro de Daniel. La gran tribulación se refiere a una situación dramática de gran sufrimiento y extrema dificultad. La fuga precipitada resalta la magnitud de la catástrofe. La profanación de lo sagrado será el signo último, envuelto también en la confusión y el desconcierto que lograrán arrastrar a muchos. Sin embargo, la situación sigue bajo el control de Dios, que acortará aquellos días en atención a los elegidos. Los discípulos de Jesús no deben dejarse engañar por aquellos que anuncian la venida antes de tiempo, pues su manifestación final será tan clara y evidente como el destello del relámpago.

Certeza y cercanía del fin (24, 32-25) De igual modo que los brotes de la higuera anuncian la llegada del verano, la gran tribulación anunciará la vuelta de Jesús. La Iglesia sabe ya que el Señor tardará en volver, pero la certeza de que puede hacerlo en cualquier momento debe ayudarla a no instalarse y a no a buscar en este mundo una ciudad permanente.

Estad atentos (24,36-44 Respondiendo a la pregunta de los discípulos sobre el momento de la venida del Hijo del hombre, la respuesta es clara: nadie sabe nada¼ sólo el Padre. Ignorancia que habrá de conjugarse con la certeza de que el Hijo del hombre vendrá. Lo que conlleva permanecer alerta y preparados dado que vendrá en el momento más insospechado. La comunidad cristiana no debe relajarse confiada en la tardanza de su Señor, más bien mantener la tensión de espera. Él vendrá cuando menos lo piensen y pondrá al descubierto su pereza y su mal comportamiento, como ocurriera a los contemporáneos de Noé y al amo de la casa; en la llegada imprevista del diluvio y del ladrón, y en la ruina que provocan ambos acontecimientos.

El criado fiel (24,45-51) Se presentan dos actitudes posibles mientras el Señor está ausente: la del criado fiel y sensato, y la del criado malo. La recompensa que les aguarda depende de su comportamiento en ese tiempo: el premio, para el criado fiel; y el castigo, para el malo.

La comunidad a la que Mateo se dirige pertenece a la segunda generación cristiana, y ha perdido en parte la fuerza y el entusiasmo del principio. Ante ella comienza a aparecer el tiempo de la espera, que cada vez se hace más largo. Mateo quiere hacer presente en cada minuto de ese tiempo intermedio la certeza de la vuelta del Señor, que como el amo de la casa llegará en el momento menos pensado. El tiempo de la espera se convierte así en el espacio para vivir según las enseñanzas de Jesús.

Las jóvenes previsoras y las descuidadas (25,1-13) Esta parábola está muy relacionada con la comparación precedente; las muchachas sensatas son a las necias, lo que el siervo sensato es al malo; también aquí el esposo tarda. La enseñanza fundamental es la misma: hay que estar preparados porque el Señor vendrá en el momento más inesperado. Sin embargo, en esta comparación Mateo insiste en el hecho de que hay cosas que no puede improvisarse a última hora.

Para Mateo, estar preparado significa escuchar y poner en práctica las palabras de Jesús, que pueden resumirse en el mandamiento del amor. El retraso de la vuelta de Jesús no puede hacer que los cristianos se desentiendan de sus compromisos. Al contrario, la certeza de su venida debe impulsarlos a que se comprometan activamente poniendo en práctica sus enseñanzas.

Parábola de los talentos (25,14-30) La tercera parábola posee un esquema similar al de las dos anteriores. También aquí se compara la actitud de los dos primeros criados con la del tercero. Los dos primeros se parecen al criado fiel y sensato y a las muchachas previsoras; el tercero, a su vez, encarna una actitud similar a la del criado malo y las muchachas necias. También aquí el amo de la hacienda vuelve después de mucho tiempo. La enseñanza de Mateo sigue siendo la misma: es cierto que el Señor tarda en volver, pero su regreso es seguro, y cuando vuelva juzgará a los hombres según el comportamiento que hayan tenido en su ausencia.

La expresión a todo el que tiene se le dará y tendrá de sobra, pero al que no tiene se le quitará hasta lo que no tiene aparece también Mt 13,12; y subraya el hecho de que en la hora decisiva no valdrán las componendas ni los términos medios. La misión de los discípulos de Jesús consiste en hacer producir la hacienda del reino que él ha dejado entre sus manos. pero si en vez de hacerlo se quedan parados, son como los viñadores que no dan los frutos a su tiempo. Igual que a aquellos, la viña les será arrebatada y entregada a un pueblo que dé los frutos a su tiempo (Mt 21,43).

El juicio definitivo (25,31-46) Literariamente se trata de una especie de visión profética, que posee gran expresividad. La introducción (Mt 25, 31-33) presenta al Hijo del hombre, que llega con todos sus ángeles y se sienta en el trono de gloria, para juzgar a todas las naciones, reunidas ante él. Después vienen dos diálogos de Jesús con dos grupos de personas: los de la derecha, que heredan el reino por haber puesto en práctica el mandamiento del amor (Mt 25,34-40); y los de la izquierda, que son arrojados al fuego eterno, por no haberlo hecho (Mt 25,41-45). Ambos diálogos poseen exactamente el mismo esquema: declaración de Jesús - pregunta de los interlocutores - explicación de Jesús. La composición termina con una breve conclusión, que recoge los resultados del juicio (Mt 25,46)

La venida de Jesús al final de los tiempos será, ante todo, un acto de discernimiento. Entonces aparecerá con claridad la distinción entre el trigo y la cizaña (Mt 13, 24-30), entre los peces buenos y malos (Mt 13, 47-50), entre el criado fiel y el malo (Mt 24,45-51), entre las jóvenes previsoras y las descuidadas (Mt 25,1-13) y entre los criados trabajadores y el holgazán (Mt 25, 14-30). Lo que resulta más sorprendente y llamativo es la medida que se utiliza en este juicio. En él lo decisivo será la actitud de amor o indiferencia hacia los necesitados, representados aquí en seis casos (hambrientos, sedientos, forasteros, desnudos, enfermos y encarcelados), que pueden ampliarse. La razón última está en la íntima solidaridad que existe entre éstos y Jesús: lo que se hace con ellos, se hace con Jesús.