El maestro enseña la tranquilidad

Autor: Padre Carlos G. Valles, S.J.

Web: Carlos G. Vallés

 

 

   

  

El terremoto sacudió al monasterio Zen, los monjes temieron por sus vidas, salieron al jardín, vieron muros derrumbarse y grietas abrirse, y pasaron momentos angustiosos hasta que cesaron los temblores y pudieron volver a entrar en el monasterio y examinar las ruinas. Todos estaban sobrecogidos y temblorosos por la inesperada experiencia.

El Maestro los reunió y les dijo: “Los daños materiales del terremoto no son los importantes. Si un muro cayó, lo levantaremos y todo seguirá igual. Los daños importantes son los que ha causado a vuestras almas con el miedo, la angustia, la zozobra que habéis sufrido. Habéis de recobrar vuestra tranquilidad anterior al terremoto. Relajaos. Yo he permanecido tranquilo durante toda la prueba, y mirad ahora con qué naturalidad bebo este vaso de agua cuando todos aún estáis temblando.” Y tomando un gran vaso lo bebió de un trago.

Los monjes trataron de ocultar sus risas cómplices, pero el Maestro las notó y les preguntó: “¿Por qué os reís?” Contestó el discípulo más valiente: “Eso no era agua, Maestro. Era aguarrás del que empleamos para disolver la pintura.”

“Aaaaaggggg!” Otro terremoto, esta vez en el Maestro. Y ahora sí que se relajaron los monjes.