Más repeto y obediencia a Sacerdotes y Obispos

Autor: Carlos Vargas Vidal  

 

        

PANAMA. Lo que de una forma velada y hasta visible vienen promoviendo algunos grupos que adversan a la Iglesia Católica ya está entre nosotros. Y eso consiste, primeramente, en tildarla de antiguada e intransigente. Con ello, se ha abierto con todo propósito el camino a otras acusaciones y exigencias no menos notables, engañosas y dañinas.

 

La Iglesia Católica , dicen, no es la verdadera. Y la Casa de Dios, según anhelan estos grupos, solo debe ser una casa de oración. Nada de intromisiones, según ellos, en la política y, por ende, en la cosa pública. Hay, pues, que callar la voz de Dios a toda costa. Y como esto no es totalmente posible porque a Dios nadie lo calla y porque es precisamente a Dios a quien más le interesa el bienestar de todos; entonces, la nueva consigna que hay es la de silenciar a Dios de una u otra forma. Y la última modalidad u ocurrencia es que: ¡probablemente Dios no existe!  

 

Lo más deprimente e inconcebible de todo ello es que la ignorancia, la falta de fe y fervor religioso, todavía en estos tiempos dizque pos modernos, sirvan para aupar, de una u otra forma, el alejamiento del hombre y la mujer de la Iglesia de Dios. Y la forma más contundente y aberrante posible es la falta de respeto y obediencia a los sacerdotes y obispos del Señor.

 

Más que una creciente apatía por la cosas de Dios, existe un aburrimientos o desprecio por la obediencia en general. Desde las reglas de buena urbanidad hasta las leyes del buen vivir. Las que son de Dios y las que son dictadas por el hombre. Y ello bien pudiera ser porque hoy más que antes el ser humano está movido por un espíritu muy propio, carnal o mundano, que poco o nada tiene que ver con lo demás y con su religiosidad natural.

 

Lo lamentable de ello es que el ser humano no comprende que en la obediencia encontramos a la humildad. Y la humildad es el principio de la santidad. Pero , si ello no lo entendemos, entendamos al menos que nuestro mayor bienestar consiste en el “cumplimiento” de la voluntad de Dios. En ese obedecer, ¡está la verdadera libertad del hombre!

 

El Papa obedece a Cristo. Los Obispos al Papa. Los sacerdotes a los Obispos. ¡Y los fieles debemos obedecer a nuestros sacerdotes! “Aprende a someterte con presteza a tu superior, si quieres tener sujeta tu propia carne”, reza un viejo postulado franciscano. Y San Juan de la Cruz, por otro lado, solía decir: “Jamás mires al prelado con menos ojos que a Dios, sea el prelado que fuere, pues le tienes en su lugar”.  Aquí. el demonio mete mucho la mano, lo advertía muy lógicamente el santo.

 

Seamos pues cristianos y, como buenos cristianos, obedientes, incluso cuando la obediencia nos exige sacrificios y mortificaciones.