Abusos, sí; y conspiraciones, también

Autor: Carlos Vargas Vidal   

 

        

Si publicitar casi todos los días los abusos cometidos por unos cuantos sacerdotes de la Iglesia Católica , no es una conspiración contra esa misma Iglesia; entonces, ¿qué intereses tan fuertes hay detrás de toda esa campaña mediática que hasta cansa?

No vamos a repetir aquí lo que su señoría el Nuncio Apostólico escribió sobre el tema. Lo cual es cierto y atendible. Vamos, mas bien, a desentrañar lo inverosímil y hasta malévolo del asunto.

No hay que suponer que cuando Jesús vuelva tendrá que aclarar las interpretaciones de grupos ajenos a sus enseñanzas. Ya Dios conoce el corazón de cada uno y a cada uno dará según sean sus obras. Habrá alegría y también habrá rechinar de dientes. Y claro que afectará a todos, para bien o para mal.

El buen católico actúa pensando en ello. No por temor como afirman los incrédulos y despistados. Lo hace porque la bienaventuranza eterna es esa. Y porque hay que ser muy necio para no entenderlo.

La sociedad no tiene por qué ser estrictamente laica. Ni lo es, ni lo podrá ser nunca. No se trata de influencias religiosas. Mas bien deberíamos hablar de la natural propensión del hombre a buscar la cercanía de Dios, su Creador. Es el vínculo de piedad que nos lleva a El. A Dios no lo podemos encontrar en donde nos de la gana. El hábito de la religión es también un hábito de santidad que no puede llevarse según el espíritu del mundo. Causa por ello hilaridad cuando alguien habla de principios humanistas. Como si todo lo humano, por sí y ante sí, fuera grato a los ojos de Dios. O cuando menos, grato a los ojos del prójimo.

En la Iglesia católica existen diferencias de pensamientos. Con mayor razón cuando los que se hacen llamar católicos no la comprenden. Y no la comprenden porque no la conocen. Y si no la conocen, menos pueden amarla. Por eso hay tanto irrespeto hacia ella. Quien no ama de verdad no siempre respeta. ¿Cuántos de esos católicos que son fuente de interesantísimas conversaciones, entre comillas, conocen medianamente bien el Catecismo de su Iglesia? ¿Cuántos fueron buenos alumnos de Religión y Moral? Y, ¿cuántos de ellos han vuelto a hacer su confirmación de adulto? No hay menester en andar con una Biblia debajo del brazo como muchos sectarios.

Pero, la Iglesia católica no solo tiene un catecismo basado sobre una fe racional y concreta. Tiene además toda una hermosa y sabia Tradición que se inició antes de la Biblia con la predicación de los Apóstoles. Y también unos escritos de los padres y doctores de la Iglesia. Y ni hablar de las encíclicas papales y los muchos documentos que son parte integral del Magisterio cierto y santo de la Iglesia. Habría que tener una conciencia falseada para no tomar en cuenta todo esta fuente de enseñanzas que solo buscan la felicidad presente y futura del ser humano.

Pero no. Más importa lo que unos cuantos sacerdotes han hecho a espaldas de su Iglesia. Y con el ánimo de hacer daño se hurga en sus vidas pasadas para hacer creer que la Iglesia ha sido arrogante y encubridora de esos actos. Sin tener en cuenta las circunstancias, el tiempo ni las enseñanzas propias de esa Iglesia sobre la caridad cristiana. Y la diferencia entre pecado y delito. Como si la Iglesia no fuera un púlpito de Dios, sino una fría sala de un tribunal civil. Esa es la racionalidad que se ha empleado. Y se ha empleado para que esa Iglesia sea solo un “asidero espiritual” y no la conciencia moral contra los demás abusos y crimenes de lesa humanidad.

Defender la teología de la liberación que está en abierta oposición con los consejos evangélicos de Jesús es tanto como aplaudir a los que no son verdaderamente católicos. Solo el odio a la Iglesia puede ver con esos ojos.