Hay algo de eternidad en la Navidad

Autor: Claudio De Castro

 

 

Aquella mañana, como cada año, mi papá celebró con nosotros la Navidad.

 

Era hebreo, pero en su mirada se descubría que le llegaba al corazón tanta felicidad. Temprano, casi de madrugada, nos levantamos a buscar nuestros regalos bajo el arbolito. Y corríamos a despertar a nuestros padres.

 

¡Llegó la Navidad ! exclamábamos felices, mientras abríamos nuestros presentes.

 

Aún me veo sentado, cerca de  mis hermanos, junto al nacimiento,  al lado de mi papá, cantando villancicos.

 

Su mirada, aquella ilusión, se grabaron en mi alma. Cuando lo pienso comprendo el sentido maravilloso de la Navidad.  Compartir en familia las alegrías, la esperanza, la fe.  Vivir la pureza del corazón, la sencillez, la oración, el amor de Dios.

 

Hay algo de eternidad en la Navidad.  

 

Hay en ella un sentido profundo de humildad y silencio. 

Presencia de Dios hecho hombre.

 

Un don se nos da, una gracia inmensa. Y perdura para siempre. Por nosotros, nuestros padres y abuelos... nuestros hijos, y los hijos de sus hijos. 

 

Dios ha venido y nos trae la salvación. 

 

Todo en él es gozo y alegría. 

Sencillez y dulzura. Paz y serenidad.

 

Dios busca lo pequeño, y permanece oculto a los corazones que anhelan la grandeza.

 

“Pero tú, Belén Efrata, aunque eres la más pequeña entre todos los pueblos de Judá, tú me darás a aquel que debe gobernar a Israel; su origen se pierde en el pasado, en épocas antiguas” (Mq  5, 1)

 

Hay algo maravilloso en la Natividad , que te mueve a la contemplación. La adoración. El agradecimiento.

 

Escuchas la voz de Dios  Padre que te dice: “Compartirás tu pan con el hambriento. Los pobres sin techo entraran a tu casa, vestirás al que veas desnudo y no volverás la espalda a tu hermano”. (Is 58, 7)

 

Y comprendes que la felicidad esta en dar, en vez de recibir.

 

Señor, enséñanos. Que podamos ser generosos y buenos. Perdona nuestras muchas faltas y danos la paz. Haz que amemos como tú quieres. Y que este pequeño hijo tuyo, que ha de nacer esta Navidad, permanezca siempre en nuestros corazones.  Amén.