Para Encontrar la Paz

Autor: Claudio De Castro

 

 

Ayer vi salir de una capilla a una señora. Se me acercó emocionada y con lágrimas en los ojos me dijo: “Ante tantos problemas, sólo Él es la respuesta”.
“Así es”. Le respondí. “Cuando tengo un problema, acudo a Jesús Sacramentado. El siempre sabe qué hacer”. 
Y juntos nos maravillamos por la gracia de saber cercano a Jesús, como un amigo, y un hermano, alguien que nos ama muchísimo.

Hemos buscado la paz en tanto lugares, teniéndola siempre a nuestro alcance. Ahora buscaremos la Paz en el lugar adecuado, la Paz que sólo nos puede dar Jesús, la paz verdadera.

“Les dejo la paz, les doy mi paz. La paz que yo les doy no es como la que da el mundo. Que no haya entre ustedes angustia ni miedo”. (Jn 14,27)

¿Por qué temes? ¿Acaso no lo sabes? Eres “especial” para Dios. Te ha invitado a vivir confiando en Él: 

“No temas, porque yo te he rescatado; te he llamado por tu nombre, tú eres mío.... Para rescatarte, entregaría a Egipto, Etiopía y Saba, en lugar tuyo. Porque tú vales mucho a mis ojos, yo doy a cambio tuyo vidas humanas; por ti entregaría pueblos, porque te amo y eres importante para mí”. (Is. 43, 1-4)

Nuestro Dios es un Dios diferente a todo cuanto podamos pensar o imaginar. Es amable y bueno, misericordioso y paciente.

"Él perdona todas tus ofensas y te cura de todas tus dolencias". “Él rescata tu vida de la tumba, te corona de amor y de ternura”. "El Señor es ternura y compasión, lento a la cólera y lleno de amor". (Salmo 103)

Le gusta con nosotros ir despacio, en la medida de nuestros pasos. 
Dios conoce tu corazón, sabe quien eres y todo lo que haces. Nada puedes ocultarle.

“Él sabe de qué fuimos formados, se acuerda que somos polvo”. (salmo 103)

Restaura tu amistad con el buen Dios. Vale la pena. Nada hay tan maravilloso como vivir en su presencia y amparo. Para ello, haz un buen examen de conciencia. Procura hablar con un sacerdote, pídele que te confiese y cumple tus propósitos de enmienda.

Este nuevo año lucharás por mantener pura tu alma. Darás la batalla espiritual. Sabrás decir “NO”, a las oportunidades de pecar.

Guarda tu estado de gracia, como un tesoro invaluable. Y si caes, te volverás a levantar cuantas veces sea necesario. 

Gánate el cielo.

Sé valiente. 

NO TEMERÉ SEÑOR, PORQUE TÚ ESTÁS CONMIGO.