El caballero Don Suero de Quiñones no defiende a la ideología de género

Autor: Diego Quiñones Estévez

Blog del autor

 

 

Don Suero de Quiñones (1409?-c.1458), es uno de los caballeros españoles del siglo XV poco conocido pero que acrecienta los valores del caballero medieval cristiano católico, ya que se nos presenta como uno de los defensores del amor cortés, es decir, del amor a la mujer como “donne angelicatte”, la mujer angelical, a la que hay que rendir culto caballeresco y que alcanzaría en el “Canzoniere”  del italiano Francesco Petrarca(1304-1374) la expresión sublime del amor elevado a la pureza de la belleza clásica, transcendida con las virtudes cristianas.  

Nos sirve de orientación de lo que era el amor cortés en España, el lema que Don Suero de Quiñones llevaba en el brazo derecho en una divisa, que estaba escrito con letras azules sobre fondo de oro, y que decía: Si no os place corresponderme, en verdad os digo que no hay dicha para mí.  

El amor cortés que nació en Provenza a finales del siglo XI, se fue extendiendo a través de los trovadores por las cortes de los reinos de la Europa como España, que se formaban en su identidad cristiana donde el amor es la pureza suprema divina y humana, y no la impureza del amor como entretenimiento y vanalismo pansexual que promociona la ideología de género neomarxista.  De este modo, el Cristianismo, a través de la lírica del amor cortés, enaltece a la mujer al darle una dimensión esencial en la sexualidad humana pero que no menoscaba a su complemento, el hombre.  

El Cristianismo católico, antes, durante y después de la Edad Media, nos da un lección ética y moral de lo que ha de ser el verdadero feminismo que no sobrepone a la mujer sobre el hombre, como hace el feminismo radical neomarxista, sino que los coloca en las mismas coordenadas de la sexualidad que son las del amor entre el hombre y la mujer sublimados en Dios pero con un destino también humano de procreación y equilibrio ecológico y antropológico de las sociedades. El feminismo cristiano, dignifica tanto el hombre como a la mujer, valorando las diferencias entre ambos sexos, la complementariedad y el compromiso responsable.  

Porque el amor cristiano, como es el amor cortés, participa del eros y del ágape[1] ya que no diviniza falsamente al eros, no lo priva de su dignidad divina ni lo deshumaniza, como hace la ideología de género, que lo prostituye y degrada, que prostituye y degrada a la mujer y al hombre al atarlos a los placeres instintivos animalescos. El eros (amor mundano, ascendente, vehemente y posesivo) necesita de la purificación y maduración del ágape (amor divino, descendente y oblativo), el amor como entrega espiritual y corporal, que se preocupa por la felicidad recíproca buscada por el hombre y la mujer en el amor que tiende a la eternidad pero que no se desvincula de las relaciones y compromisos vitales fundamentales del ser humano.[2] 

También hay que decir, que el amor cortés, quedó algunas veces descristianizado, como en nuestro época del hedonismo compulsivo, cuando el varón lo convierte en  gineolatría, es decir, la mujer es como una diosa a la que hay que servir, donde el amor hacia a la mujer es endiosado o divinizado y hombre está sometido a sus caprichos; o bien el amor mal entendido en la Edad Media, también cae en un machismo donde la mujer está sometida a los sentimientos del varón.  

Una de las defensoras del feminismo radical neomarxista y de le ideología de género,  es  la ministra de incultura, la ministra de cuota-sexual que promociona una ideología de las desorientaciones sexuales que choca con la sexualidad bien entendida, mujer y hombre, que desde siglos y siglos es la habitual en todo el planeta y que nuestro caballero bienandante, Don Suero De Quiñones, no defendería, antes bien, la combatiría en su montura con las armas de la caballería medieval: espada, lanza,  escudo, maza, puñal y hacha. La combatiría noche y día, no sólo en su Paso Honroso sino por todos los pasos, puentes, caminos, pueblos y ciudades de una España desmembrada de sus valores culturales y espirituales. 

Resulta un anacronismo histórico, que una ministra que defiende una política anticristiana, anticatólica y antihistórica, se haya disfrazado de doncella (mujer que no ha conocido varón), embutiéndose en un traje castellano, de púrpura recamado en oro para participar en la celebración de las Justas Medievales del Paso Honroso de Don Suero de Quiñones en la localidad de Hospital de Órbigo (León), a las que quiere convertir en Fiesta de Interés Turístico Nacional, como se hacía en la Dictadura Franquista(1939-1975) para vaciar de contenido histórico nuestro Patrimonio, nuestra Historia, nuestra identidad de España.  

Así anda nuestra maltraída España, cuyas fiestas ancestrales de raíces cristianas católicas, han caído en las trampas de la secularización salvaje, y ahora en las del relativismo nacionalsocialista, hasta tal punto, que las han convertido en pretextos para la diversión que amenaza con destruir a unas escuetas, por no decir escuálidas, celebraciones litúrgico-festivas. 

Recordemos la paradigmática historia de amor cortés de Don Suero de Quiñones. Cuentan las crónicas medievales y cantan los trovadores en los Cancioneros del amor cortés, que este caballero de la Casa del Condestable Don Álvaro de Luna (1390-1453), se presentó junto a nueve caballeros en un baile de gala que celebraba el Rey Don Juan II de Castilla(1405-1454), en el Castillo de la Mota, sito en Medina del Campo(Valladolid).  

Don Suero de Quiñones, solicitó ser recibido por el Monarca. El rey escuchó y aceptó el motivo de su presencia ante el Rey: su vida estaba encarcelada por el amor cortés a una dama a la cual consideraba como la mujer más hermosa y virtuosa del Reino. Y quienes lo pusieran en duda, tendrían que luchar contra él y sus nueve caballeros y amigos: Lope de Estúñiga, Diego de Bazán, Pedro de Nava, Suero Alvar Gómez, Sancho de Rabanal, Lope de Aller, Diego de Benavides, Pedro de los Ríos y Gómez de Villacorta.  

Como símbolo de ser prisionero del amor platónico de su señora, llevaba al cuello una gruesa cadena de hierro y una argolla. Había realizado el juramento de no quitárselas hasta que él y sus caballeros no rompieran en desafío trescientas lanzas por el asta o por la sangre de las heridas producidas en sus contendientes en las justas aunque estos no rompieran sus astas. 

Don Suero de Quiñones y sus nueve caballeros y amigos, pidieron al Rey de Castilla y éste lo autorizó, que se estableciera el Paso Honroso, cerca del Río Órbigo (León). Se construyó un palenque  de 146 pasos de longitud y tres de altura, alrededor del cual se levantaron tiendas y balconcillos para que los aficionados a los torneos medievales, acudieran a contemplar la lid que se celebró el domingo 11 de julio de 1434.  

Después de haber asistido a la Santa Misa en la iglesia del Hospital, partieron hacia el Paso. Y el día siguiente, don Suero de Quiñones y sus nueve caballeros, comenzaron las justas que durarían hasta el 9 de agosto, no logrando del todo cumplir su desafío porque el Condestable don  Álvaro de Luna, le obligó a abandonar el paso, que de todas formas mantuvo invicto consiguiendo romper alrededor de 166 lanzas contra 136 caballeros en el plazo que comprendía quince días antes y quince días después de la Fiesta de Santiago Apóstol. De este modo los jueces de las justas le pudieron quitar las cadenas y la argolla que llevaba al cuello, y Don Suero de Quiñones quedó liberado de la cárcel del amor cortés y peregrinó hasta Santiago de Compostela para dejar la argolla y sus cadenas a los pies del Apóstol.

En el caballero Don Suero de Quiñones, hallamos los valores y las virtudes cristianas católicas, los valores y las virtudes del ser de España como el honor, la hidalguía, la caballerosidad, la autoridad, la valentía, la gallardía, la honradez, la castidad y la virginidad, el amor a Dios y al bien común, la defensa de la Patria, el amor a los valores y virtudes del Evangelio representado en el amor a los más débiles como las viudas, las infantas y los infantes,  las doncellas y  los donceles, los niños y  las niñas, los adolescentes y jóvenes que la política de la educación y la contracultura social-laicistas, han convertido en sus objetivos de control porque están esclavizados a la ideología de género, a la neomarxista ideología del multisexo porno-erótico, pergeñada, para deshonor de la progresía sociata antiespañola, en la nación que más odian pero de la que sólo asimilan la basura ideológica izquierdista que la mayoría de sus habitantes desechan por inservible: Estados Unidos, que ya quisieran tener un caballero medieval en la nómina de su imberbe Historia, un caballero como Don Suero de Quiñones.


[1] Benedicto XVI, Encíclica “Deus caritas est” (Sobre el amor cristiano), 25 de diciembre de 2005.

[2] Ibídem.