La Transición y la Constitución traicionadas

Autor: Diego Quiñones Estévez

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Después de comprobar y sufrir en nuestras vidas las políticas socialistas, después de escuchar y leer, los programas y discursos del socialismo alevoso, tanto del actual Presidente del Gobierno como de su antecesor Felipe González Márquez(1942-), resulta que, según ellos, no ha significado nada en nuestra democracia constitucional, la Transición Española (1975-1982), la Transición Democrática impulsada por la derecha franquista o el centro reformista de Don Adolfo Suárez (1932-) y el Partido Comunista de España(PCE), que aunque siguió siendo marxista, abandonó el marxismo-leninismo y aceptó participar en la Democracia Parlamentaria Española. Si la Transición Española no ha servido para nada, la Constitución Española (1978) nacida gracias a ella, tampoco: ambas, según las mentiras de la historia política tanto del socialismo como de los nacionalismos, hay que hacerlas desaparecer. 

Como mucho, según la propaganda y la visión torcida que hace de la Historia el socialismo alevoso, fue una equivocación, equivocación en la que ellos no participaron, y no lo hicieron porque en la elaboración y puesta en marcha de la Transición Española, el socialismo, por fortuna, apenas tuvo protagonismo, vamos que su participación en la misma fue inánime, sin ningún poder de decisión porque los verdaderos protagonistas fueron el partido de la Unión de Centro Democrático(UCD) del primer presidente de nuestra democracia, Don Adolfo Suárez y el Partido Comunista de España(PCE).

La derecha postfranquista de falangistas, liberales, socialdemócratas, democristianos, monárquicos, trajo las reformas necesarias para liquidar las sombras del Franquismo (1939-1975) y dar paso a la aprobación de la Constitución Española, refrendada por los españoles el 6 de diciembre de 1978.  

Sí, los tecnócratas postfranquistas legalizaron en 1977 y se entendieron con el Partido Comunista de España(PCE), porque éste era aún el símbolo de los españoles de la izquierda de tiempos de la II República(1931-1936), sobre todo a partir de su adhesión en 1936 al izquierdismo del Frente Popular bolchevique, jacobino, anticatólico, anarco y antirrepublicano, formado por socialistas, comunistas, anarquistas y nacionalistas republicanos, cuyo principal objetivo fue destruir por medio del terrorismo, las insurrecciones, los asesinatos y la persecución a la Iglesia Católica, a quienes representaban a los conservadores y monárquicos: La Confederación Española de Derechas Autónomas(CEDA).  

El PCE, se había escindido en 1921 del PSOE ya que se negó a formar parte de la III Internacional o Internacional Comunista (Komintern) que convocó Lenin(1870-1924) cuyos objetivos era la lucha sangrienta para la abolición de las clases sociales y del capitalismo e imponer la Dictadura del Proletariado. Los comunistas fueron quienes en verdad se opusieron a la Dictadura de Franco (1939-1975) mientras que los socialistas estaban deslavazados en el exilio y ocultos, sin dar señales de vida ni de lucha contra la Dictadura.  

Desde 1955 el PCE, al mismo tiempo que hizo una revisión de sus presupuestos totalitarios marxistas se decidió por hacer viable la reconciliación nacional entre los españoles. Ello provocó en 1968 una escisión radical: El Partido Comunista de España Reconstruido (PCE(r)), nacido de la Organización Marxista-Leninista de España (OMLE) que se autodisolvió en 1975. De ambos surgiría el grupo terrorista maoísta, Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre (GRAPO). Tanto el PCE(r) como los GRAPO actuaron en los comienzos de la Transición cometiendo atentados, asesinatos y secuestros, y hoy en día, la Ley Orgánica de Partidos de 2002, ilegalizó a ambos por ser una estructura terrorista con la misma organización que la ETA, es decir, una organización político-terrorista que apoya y abastece a un brazo armado, los GRAPO o la Euskadi Ta Askatasuna= Patria Vasca y Libertad (ETA).  

ETA y los GRAPOS, siguen  aumentado el número de víctimas después de cuarenta años de crímenes.  En cambio, los grupos terroristas de ultraderecha, fueron perseguidos en la Transición, como el comando de la ultraderecha Alianza Apostólica Antifascista que asesinó a cinco abogados del PCE en la llamada Matanza de Atocha. Además de  la Alianza Apostólica Antifascista (AAA o Triple A), estaban los Guerrilleros de Cristo Rey, el Batallón Vasco Español (BVE), los Grupos Armados Españoles (GAE) o el Antiterrorismo ETA (ATE).

De los grupos terroristas de ultraderecha, no nos queda más que un recuerdo de sangre y dolor. En cambio, los terroristas de la ultraizquierda marxista, maoísta, leninista, socialista y nacionalista republicana, siguen cometiendo crímenes y extorsiones al Estado de Derecho, porque después de acabada la Transición contó con la vista gorda y la complacencia de los gobiernos de izquierda y el apoyo de los nacionalismos independentistas y anticonstitucionales. 

La ETA, nace a partir de 1960 de la organización nacionalista, laicista y marxista-leninista EKI, que formó parte la organización juvenil EuzKo Gaztedi Idarra- EGI(Fuerza y Juventud Vasca), la cual englobaba al Partido Nacionalista Vasco (PNV) fundado en 1895 por el racista, antiespañol e independentista, y gran falsificador del catolicismo, Sabino Arana Goiri(1865-1903). Tras escindirse del PNV, comienza su historial terrorista contra los españoles, cometiendo en 1973 el asesinato del Almirante y Presidente, Luis Carrero Blanco (1903-1973), cuando la Dictadura de Franco estaba agonizando. 

El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) no fue protagonista en la Transición, pues antes de la Transición, es decir, durante la Dictadura de Franco, no era nada, sus dirigentes no hicieron ninguna oposición al Régimen sin libertades del Franquismo.

La única resistencia antifranquista era la del PCE. Durante la Transición su papel fue muy activo porque gozaba de cierto peso social sobre todo en el mundo obrero de ahí que Don Adolfo Suárez, decidiera legalizarlo. El PSOE, tenía que apartarse de la línea marxista del PCE, para poder de este modo desempeñar un papel relevante en la política española. Su objetivo era desalojar al PCE con el paso del tiempo y el maridaje de la política española. Objetivo que logró porque lo fue absorbiendo al utilizarlo como un comodín en el panorama político español del bipartidismo manido, tanto que desapareció al formar parte de  la coalición Izquierda Unida (IU), una sombra izquierdista que se arrastra penosamente por la política nacional.   

Lo único que hizo el PSOE antes de la Transición, fue cambiar de traje en el Congreso de Suresnes (1974) celebrado en el exilio, así, del vestido hosco marxista-leninista, se puso el lujoso traje con corbata de la socialdemocracia europea, que nunca puso en práctica en España. Ni la socialdemocracia a la alemana, ni el socialismo al estilo francés y ni mucho menos el laborismo al estilo del Reino Unido, han sido tomados por el socialismo como guías para enriquecer y fortalecer la democracia constitucional en España. 

A partir del Congreso de Suresnes (Francia), el PSOE, supuestamente renunció al marxismo, aunque más bien a lo que renunció, porque ya no se estilaba en Europa, fue al marxismo bolchevique y de la revolución sangrienta. Fue sólo una proclama falsa que ha quedado en evidencia después de treinta años de la democracia española sin desarrollar, porque los demás presupuestos del socialismo marxista, han estado de forma latente pero actuando con Felipe González Márquez, y con el actual Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero (1960-) ha aflorado de forma despótica y totalitaria. 

La renuncia del socialismo español al marxismo sanguinario fue un lavado de cara para engañar durante 30 años a los españoles que han votado al PSOE. Los socialistas han engañado, ocultando y llevando a la práctica política, el marxismo socialista al que nunca han renunciado sino que lo han camuflado de diversas formas: el felipismo, la dictadura silenciosa del felipismo, con un populismo intervencionista, anticatólico, corruptor y demoledor tanto de de la Constitución Española(1978) como de la Transición, y ahora, el socialismo laicista y radical-nacionalista, con un neomarxismo republicano retrógrado teñido de la ideología de género y un progresismo de postín que sigue practicando el anticatolicismo, el intervencionismo y la corrupción en todos los ámbitos de la vida pública como el de imponer una enseñanza única y laicista(puro marxismo republicano y puro nacionalsocialismo) o el control total del libre mercado, de los medios de comunicación, de la vida privada y de la vida pública de los españoles.  

Ambos gobernantes socialistas, se caracterizan también, porque su mensaje ideológico oculto o manifiesto, se arropa con un odio cainita a la derecha y a la Iglesia Católica que tanto contribuyó a la Transición con el que fue Cardenal Arzobispo de Madrid, Monseñor Vicente Enrique y Tarancón (1907-1994), el cual  supo aplicar los principios de la libertad política y religiosa, de cooperación y separación entre la Iglesia y el Estado; supo aplicar, no sin muchas dificultades dentro y fuera de la Iglesia Católica, los principios del Concilio Vaticano II (1962-1965) a la reconciliación y la convivencia en paz entre los españoles, haciendo más factible la Transición.  

A la derecha, los socialistas la identifican como a la derecha de siempre, la derecha fascista, heredera del  Franquismo que ellos jamás combatieron, ¡Cuánto provecho le han sacado al cansino e ingenuo eslogan de la derecha es lo maléfico, y la izquierda socialista, lo supremo!

La izquierda socialista heredera del Frente Popular que nos llevó a la Guerra Civil de 1936, que la perdió, y que lleva treinta años falsificándola para ganarla con sus mentiras históricas y con sus viejos compañeros de combate: los comunistas en extinción captados por el socialismo, los ultranacionalismos anticonstitucionales, independentistas y antiespañoles, y de la bestia satánica que enarbolan todos ellos como arma letal contra la Constitución Española: el terrorismo, el terrorismo de la izquierda marxista- leninista de ETA, y el terrorismo de Estado de los Grupos Antiterroristas de Liberación(GAL) del felipismo.  

Cuando el PSOE alcanzó el poder en 1982, lo hizo tras una política rastrera de destrucción del contrario, la UCD, o sea de todos los logros de la Transición Democrática llevada a cabo por  Don Adolfo Suárez.

Durante los catorce años de legislaturas socialistas de Felipe González Márquez (1982-1996), más los años de la legislatura de José Rodríguez Zapatero (2004-), el PSOE ha invadido las instituciones del Estado de Derecho, con el único fin traicionar tanto a la Transición Democrática como a la Constitución Española. Ahora en el siglo XXI, se sigue con la misma trayectoria pero ya de modo descarado, pues, la evidencia de los hechos nos indica que quieren destruirlas con sus pactos llevados a cabo con grupos políticos radicales y con sus visiones falsarias de la Historia Contemporánea de España. 

En esta última legislatura del socialismo en el poder, hemos comprobado lo que ya se venía ejecutando por la partitocracia socialista: traicionar y destruir a la Transición Española y de paso a la Constitución Española. Para ello, los dirigentes socialistas enarbolan su odio a la derecha, siguen explotando a la derecha como la derecha extrema y fascista, inexistente, y no reconocen a la derecha liberal conservadora, cuyos postulados democráticos sacaron a España de los socavones de la corrupción y la miseria económica socialistas, pero que se olvidó de rehabilitarla con los principios de la regeneración moral, social, cultural y política. 

Caro nos ha costado, porque el socialismo está dispuesto a hacer desaparecer de la vida política a los liberales conservadores y a la presencia moral e histórica de la Iglesia  Católica. Para ello, el socialismo actual, laicista y relativista, no ha dudado en regresar a sus presupuestos marxistas, no ha dudado en aliarse con los nacionalismos independentistas y anticonstitucionales, no ha dudado en negociar e utilizar el terrorismo de ETA para alcanzar el poder total de las instituciones democráticas, participando de este modo en su juego macabro de demolición de los cimientos del bien común que representa nuestra democracia constitucional y aconfesional: el derecho a la vida, la solidaridad, la justicia, la equidad, la libertad, la unidad y la soberanía del pueblo español, la convivencia en paz y en el pluralismo ideológico y de creencias… 

La sociedad española está pagando sus propias culpas e irresponsabilidades por no exigirle a sus gobernantes que acaben con el terrorismo de ETA, usando todos los medios jurídicos, policiales y políticos. Desde la Transición, la política de centro derecha de Adolfo Suárez, contó con el apoyo de los partidos opositores, para impedir que el terrorismo destruyera la naciente democracia española de la Transición. Se logró acabar con el terrorismo de ultraderecha, pero el terrorismo de la extrema izquierda de ETA y de los GRAPO, ha seguido asesinando.  

En las legislaturas del PSOE (1982-1996), el responsable de los gobiernos socialistas, Felipe González Márquez, demostró la incapacidad y la pasividad interesada del socialismo para erradicar al terrorismo de ETA: llevó a cabo conversaciones y concesiones con ETA a la vez que trató de destruirla con las corruptelas políticas y policiales que propiciaron el terrorismo de Estado de los GAL. 

El Acuerdo por las Libertades y contra el Terrorismo o Pacto Antiterrorista (2000) y  la Ley de Partidos de 2002, impulsados en las dos legislaturas(1996-2004) del partido liberal-conservador, el Partido Popular(PP), fueron los instrumentos legales y democráticos que puso al borde de la desaparición al terrorismo marxista-leninista de ETA.

Sin embargo, el Pacto Antiterrorista y la Ley de Partidos, han sido traicionados  por el actual Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. No las ha puesto en práctica porque nunca creyó en ellas. El socialismo vuelve a cometer el mismo error histórico con respecto al terrorismo de la extrema izquierda. El actual Gobierno ha negociado con ETA un falso proceso de paz de rendición y humillación del Estado de Derecho, de los principios constitucionales, pues, ha permitido que el terrorismo de ETA, se reactive al dejarlo entrar de nuevo en las instituciones democráticas vasco-navarras, desde las cuales proyectan hacer volar por los aires a nuestra democracia constitucional. 

Negociar con el terrorismo de izquierdas, claudicar ante sus reivindicaciones independentistas y antiespañolas, ha sido la trayectoria histórica del socialismo y los nacionalismos radicales. El terrorismo de ETA, les ha servido para traicionar e ir minando los fundamentos de nuestra convivencia democrática que nos ha conducido a una situación de crisis política, social, moral, cultural e institucional, que si no se corta de forma radical, nos traerá también el hundimiento de nuestra prosperidad  económica.  

Incluso el mayor atentado terrorista de nuestra Historia, el del 11-M de 2004 en Madrid, sigue sin aclararse porque el socialismo mira hacia otro lado o bien hace guiños de complicidad al terrorismo. Las víctimas del mismo, como todas las víctimas del terrorismo en España, han sido traicionadas por una misma política de permitir el terrorismo de la extrema izquierda, ya que lo único que importa es alcanzar el poder para perpetuarse en el mismo al administrarlo desde la injusticia y el olvido de la sangre y el sufrimiento que provoca el terrorismo. 

De las políticas falsarias, de los programas y discursos programáticos del socialismo anticonstitucional, antidemocrático y antiespañol, se desprende un deseo totalitario por convertirse en el centro único de la vida política sin identidad española, en el epicentro de una única política que destruye la verdad de los hechos del pasado y del presente para dejarnos en la miseria de la aniquilación de España.

Como ya es algo congénito en nuestra Historia Contemporánea, muchos españoles no quieren enterarse de ello, no quieren alejar de sus vidas el peligro que representa el terrorismo, un terrorismo que los ciega e incapacita para decidir libremente su destino.