El Estado de la nación utópica social-laicista.

Autor: Diego Quiñones Estévez

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Después de soportar el soporífero y grandilocuentemente paternalista discurso y las respuestas evasivas y a veces chocarreras del Presidente del Gobierno, parece ser que los españoles viven en el país de lo nunca jamás visto, en la nación utópica social-laicista. 

Según las palabras del utopismo autista-socialista, los españoles no viven en un Estado y en una nación en descomposición política, social y territorial debido a los estatutos anticonstitucionales e insolidarios como el Estatuto de Cataluña y el Estatuto de Andalucía, y los que vendrán para descuartizarnos la unidad, la soberanía nacional, la solidaridad, la subsidiariedad, el bien común, la convivencia en la libertad y la paz entre todas las comunidades autónomas y entre las distintas comunidades de inmigrantes que conviven con nosotros, inmigrantes que se tienen que integrar interculturalmente y no ser abandonados ni explotados. 

En el discurso enfático de las palabras del utopismo social-laicista, la familia no está rota con el divorcio exprés, con el invento socialista del matrimonio homosexual y con la depravante ideología de género que destroza toda la antropología que sostiene el entramado social, político, económico, moral y cultural de las naciones civilizadas.

Los mal llamados derechos sociales, han sido pseudo-derechos inventados por el utopismo socialista para inyectar la droga pansexual y hedonista  de la ideología de género. 

Según el pacifismo de la rendición utópica socialista, el terrorismo de ETA es un problema mínimo, un mal menor, un proceso de paz que depende sólo del voluntarismo pacifista de un Gobierno que ha llevado acabo una negociación política de claudicación para todos los españoles, españoles a los que les duele el insulto y el desprecio a las víctimas y al Estado de Derecho: los españoles exigen que se les aclare ya la verdad sobre las negociaciones con ETA, y la verdad absoluta, sin componendas, sobre nuestro mayor atentado terrorista cometido en España: el del 11-M. Si el terrorismo de la extrema izquierda-nacionalista de ETA, es minimizado, el terrorismo islámico que ha declarado la guerra a todo el Occidente Cristiano, sigue siendo eufemísticamente llamado terrorismo internacional con el que hay que dialogar a través de la alianza de civilizaciones y otras claudicaciones impropias de un Estado de progreso y en libertad.   

Para el discurso paternalista del utopismo nacional-socialista, el estado antipedagogo-proteccionista que ellos representan, no manipula ni controla la educación de nuestros hijos, cuando la nueva ley de educación(LOE) y su brazo ejecutor, La educación para la ciudadanía, sigue con el intervencionismo neomarxista del siglo XX, el cual considera que la enseñanza pública ha de estar intervenida y sojuzgada por el poder gobernante de socialistas y nacionalistas: la enseñanza social-laicista, ha aniquilado el derecho y el deber a la libertad de la educación plural e integral que tienen las familias, tal y como se estila en las naciones democráticas de Europa. La educación para la ciudadanía es la esencia ideológica manipuladora de la política socialista que atenta contra el Art. 27.3 de la Constitución Española (1978) y otros derechos fundamentales como el de la libertad de conciencia. 

Cuanto ha dicho y ocultado en su discurso enfático-paternalista el Presidente del Gobierno, cuanto ha replicado al discurso de la oposición liberal, es la utopía social-lacista de siempre, camuflada con los cánticos autosatisfactorios de la bonanza económica, de una economía que vive de la inercia de las rentas de la política económica que hicieron los gobiernos liberales pero sobre todo, que es fruto del trabajo diario de millones de españoles que ven como suben y suben, hasta la imposible, los intereses de las hipotecas de la vivienda o que la cesta de la compra es cada vez más costosa porque los salarios de la clase media trabajadora no crecen, además soportan toda la presión fiscal mientras que aumentan las cuentas corrientes de las rentas con mayor riqueza que pagan menos impuestos a Hacienda. 

El utopismo social-laicista es en sí mismo contradictorio porque recurre a lo que más ha odiado el socialismo y el marxismo: la economía, la economía capitalista basada en la economía del libre mercado, y que en la esta legislatura de otro gobierno socialista ha sido intervenida, pero muy intervenida por el poder político, y que según los analistas, tiene todos los visos de acabarse su bonanza por mucho que los inmigrantes hayan colaborado a sostenerla con su trabajo sin olvidarnos del trabajo de los españoles. 

Esconder con la buena marcha de la economía los graves problemas, como el terrorismo nacionalista o islámico, la familia desestructurada, la educación intervenida, el descontrol de la inmigración y la descomposición de la unidad de España, es considerarlos como irrelevantes, como simples circunstancias coyunturales que no ponen en peligro la existencia de España como Nación y como Estado: Todo funciona a la perfección, en el país de lo nunca jamás visto, en el país de la utopía social-laicista.