El terrorismo continúa sin una respuesta política contundente.

Autor: Diego Quiñones Estévez

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El terrorismo nacionalista de ETA, continúa con los mismos objetivos totalitarios de alcanzar la independencia, la autodeterminación de un territorio utópico, utilizando las mismas armas de muerte que no han parado de asesinar durante cuarenta años a personas y destruir bienes públicos y privados.

El atentado terrorista contra la casa cuartel de la Guardia Civil en Durango (Vizcaya), es otro más de los muchos que han sufrido los españoles sin que se pongan en práctica los medios y las soluciones democráticas, judiciales y policiales que den a entender a los terroristas que el Estado no se dedica a claudicar con políticas de negociación y pactos políticos con ellos y con los partidos y grupos filoterroristas, que apoyan y subvencionan al terrorismo de ETA, y que nunca condenan sus atentados terroristas, sino que los justifican desde las instituciones democráticas en las que nunca deberían estar.

Esta vez ha sido el azar, y no la necesidad de ETA, quien ha impedido que ninguna persona fuera asesinada, o como diría el actual Presidente del Gobierno nacionalsocialista: no ha ocurrido ningún “accidente mortal”, un eufemismo inmoral que ofende a las víctimas del terrorismo y a cualquier razón consciente de la realidad en la que vive.

Con el terrorismo hay que ser contundente, aplicar lo que ya se demostró que fue muy efectivo: La Ley Orgánica de Partidos (2002) o el Acuerdo por las Libertades y contra el Terrorismo o Pacto Antiterrorista (2000). Hay que ser contundentes y darle una respuesta firme, con determinación y sin ambigüedades ni debilidades políticamente traidoras, como ha hecho el Presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, que ha condenado, sin paliativos, el atentado terrorista contra la casa cuarta de la Guardia Civil en Durango.

Mientras tanto, nuestros responsables políticos, empezando por el Presidente del actual Gobierno socialista, y acabando por el jefe de la Oposición liberal conservadora, pero más el primero que el segundo por tener la máxima responsabilidad de ejercer la autoridad constitucional, guardan silencio, el silencio de quien calla otorga. Viven adormecidos en la autocomplacencia de quien utiliza el poder para sus propios proyectos personales o de sus partitocracias. El poder del verdadero estadista, está al servicio del bien común, el poder se ennoblece cuando los responsables políticos se encuentran junto a los españoles en situaciones límites y trágicas como las que provoca el terrorismo nacionalista.

Es cierto, que buena parte de la sociedad española, se inhibe ante una política demagógica que dialoga, pacta y negocia con el terrorismo. Pero también es cierto, que otra buena parte de la sociedad española, ante la inoperante y ineficaz política antiterrorista, está intranquila, desconfiada, y lo más preocupante, muy desmoralizada ya que es a los españoles a los que el terrorismo les afecta de manera directa y personal. Ellos son las víctimas elegidas por los terroristas para alcanzar sus objetivos destructores de la vida y de la libertad consagradas por la Constitución Española (19789 y la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948).


Este el estado actual de España: o acabamos con el terrorismo, empleando sin perversiones políticas la ley, la legalidad democrática, la acción judicial y policial, o el terrorismo izquierdista, junto a los nacionalismos anticonstitucionales acabarán con España como una Nación y como un Estado que vive en libertad. Una vez perdida la libertad, la libertad y todos los derechos que de ella dimanan, será imposible restablecerlos.