No hay libertad sin memoria, dignidad y justicia

Autor: Diego Quiñones Estévez

Blog del autor

 

 

Los españoles manifiestan síntomas esperanzadores de despertar de las mentiras de las trampas políticas que durante tantos años han cerrado los ojos de la conciencia colectiva, ante lo que es uno de los atentados más horribles contra la dignidad de las naciones libres: el terrorismo. El terrorismo es "una de las formas más brutales de violencia" que atenta contra la paz de la comunidad internacional ya que "siembra odio, muerte y deseo de venganza". El recurso al terrorismo de estado, al terrorismo nacionalista o fundamentalista "es injustificable" y descalifica las causas inmorales por las cuales se utiliza contra las personas y los bienes materiales.


Los españoles han dejado ya de tener miedo el terrorismo, y han salido a la calle, han dado su opinión y han gritado al mundo para condenar sin paliativos que están en contra de unas políticas cobardes que maquiavélicamente han impuesto que las víctimas claudiquen ante el terror programado por los intereses de los nacionalismos irracionales y del terrorismo islámico del 11-M. El terrorismo destruye la dignidad humana y ofende a toda la humanidad . De ahí que las naciones que viven en paz, tienen el derecho y el deber de defenderse de los atentados terroristas. Los responsables políticos tienen que permitir que el derecho a defender y proteger la vida se lleve a cabo contando con "reglas morales y jurídicas" , de acuerdo con los derechos del hombre y en consonancia con un estado de derecho democrático y constitucional. 


Los españoles de bien, guardan en la memoria colectiva, la sangre y el dolor sin límites de las víctimas y de sus familias. La memoria del dolor y de los asesinatos bestiales con bombas y balas, no es la memoria del rencor o del odio, sino la memoria que pide y exige la justicia que un estado de derecho constitucional y democrático ha de ejecutar sin miedo. Es la memoria de los niños y niñas asesinados, la memoria de los hombres y mujeres aniquilados, de los militares, policías y guardias civiles ajusticiados por la espalda y sin piedad, la memoria de las personas mutiladas y con heridas perpetuas en sus mentes.


Es la memoria del amor por la sangre de tanto sufrimiento que ha hundido a tantas familias en la amargura para el resto de sus vidas. La memoria de la conciencia colectiva, no se borra con el rendición de las víctimas ante sus asesinos y con el ensalzamiento del terrorismo y el desprecio de las víctimas, dando cobertura miserable a quienes han sido los asesinos de tantas personas que vivían tranquilas sin saber que sus destinos serían destrozados por el odio y la violencia criminal de los terroristas enemigos de la paz democrática.


Los españoles exigen, que los tribunales de justicia cumplan con su deber que es el de defendernos a todos, desde el Estado de derecho, de los atentados constantes del terrorismo y las persecuciones y amenazas por pensar y por ser distintos de los que defienden el estado de terror para imponer sus ideas totalitarias e inhumanas. 
Los españoles no quieren ya más jueces que medren y se olviden de impartir justicia porque el poder político le interesa mantener pactos y cuotas de poder perpetuo con los amigos del terror.


Ningún poder ideológico que se sirva del terrorismo, es digno de llevar los destinos de una nación tan noble y con tanta historia como España. Esta traición a los españoles, es un vejatorio rendimiento ante el terrorismo que si no se le encierra en las cárceles para siempre acabará con la libertad de todos los españoles.


Las voces silenciadas de las víctimas, son nuestras voces que se alzan para impedir que el terrorismo y sus políticos cómplices, destruyan la unidad de España. Las lágrimas ocultadas durante tantos años por los manipuladores de la realidad del terror nacionalista, permiten ver ya con nitidez el panorama del terrorismo que no ceja de castigar la paz de los españoles. La realidad del terrorismo nacionalista es sólo una: han montado una guerra de más de treinta años contra quienes no les han hecho nada y aman la libertad que permite a cualquier nación democrática vivir en la verdad de la memoria histórica, en el ejercicio de la justicia, la paz, el bien común y en mantener íntegra la dignidad de la persona humana. Como todos los terrorismos, se han inventado la máquina de guerra del terror, donde sólo ellos son los asesinos, contando con los aliados de los políticos sin escrúpulos y de sus ejércitos mediáticos de la desintegración y destrucción de España como nación democrática.

 

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[1] Pontificio Consejo <<Justicia y Paz>>,  “La comunidad política” y “La promoción de la paz”, en Compendio de la doctrina social de la Iglesia, Edit. Biblioteca de Autores Cristianos y Editorial Planeta, Madrid, 2005, nº 387, nº 513 y nº 514, págs 196; 261-262.

[1] Ibídem.

[1] Ibídem.

[1] Ibídem.

[1] Ibídem.