La ciencia oscura produce quimeras

Autor: Diego Quiñones Estévez

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Cuando la ciencia, cuando la medicina y la biotecnología de la mano de la investigación  se olvidan de Dios, del hombre y del sentido jurídico, ético y moral de lo que significa el principal de los Derechos Humanos, como es el derecho a la vida desde su principio en la concepción hasta su término con la muerte natural, entonces, la ciencia biológica, en la cima de la soberbia, ya no es la defensora del ser humano pues lo convierte en objeto de experimentación biomédica, de producción, explotación y consumo: la ciencia se muta en ciencia oscura que produce quimeras.

Con el pretexto, con la excusa, con la falacia científica de que la ciencia no ha de tener límites éticos ni morales porque su objetivo primordial es la de ser neutral para  traernos un mundo perfecto y feliz donde se habrá acabado con el sufrimiento y las enfermedades incurables de carácter neurodegenaritivo, la ciencia se pone la bata negra del totalitarismo científico cuando usa al ser humano como objeto de investigación y de producción de material biológico para abastecer el mercado sanitario. Por ahí caminan las últimas investigaciones con embriones humanos en los laboratorios públicos y privados de reproducción artificial, que en lugar de emplear las células madre adultas o de cordones umbilicales, utilizan las células madre embrionarias que proceden de embriones sobrantes crioconservados, de embriones que se han producido de la fecundación “in vitro” o que provienen de abortos muy precoces. Es inhumano obtener células madre embrionarias ya que éstas se obtienen de la destrucción, de matar, a los embriones humanos.

La ciencia oscura no tiene conciencia ni del bien ni del mal, no tiene conciencia de lo que es el ser humano como proyecto de vida humana y transcendente. Desprecia al embrión como persona dotada con toda su dignidad, al que Dios ha creado con alma y cuerpo por muy diminuto que nos parezca o por muy indefenso que sea. El embrión humano tiene todo el derecho a recibir una protección integral.

El embrión vivo, que comienza con la fusión de los gametos femenino y masculino, es un sujeto jurídico y genético, no un simple “pre-embrión” o“cúmulo de células” separadas unas de otras sino que conforman la totalidad, la identidad biológica, la unidad de un ser humano que se inicia en el mismo instante de la concepción o fecundación. Así, pues, el embrión humano es una persona como nosotros, con igual dignidad y con los mismos derechos que cualquier otra, entre ellos y el más principal, es el derecho a la vida. El embrión es el centro ya no sólo de las ciencias biológicas sino también de la  antropología, de la ética, de la moral, de la epistemología y, por supuesto, de la bioética.
La ciencia oscura, ya no es que se considere superior a Dios, es que se ha olvidado por completo de Dios que crea la vida no para manipularla a su antojo sino para darle al ser humano la capacidad de vivirla con plena libertad, tanto es así, que la persona voluntariamente, cuando ha madurado racionalmente, acepta o rechaza a su propio Creador. La ciencia oscura, por contra, esclaviza al embrión humano a los intereses de la investigación científica. Y de esta violación de la dignidad y de la libertad del embrión humano, la ciencia oscura produce, en los campos de concentración de sus laboratorios, embriones clonados y quimeras embrionarias como cuando se utiliza el esperma humano para la fecundar óvulos de animales o cuando se inyectan células madre de embriones humanos, en los cerebros de fetos de ratones dentro del seno de sus madres. Así han nacido los ratones quimeras, es decir, ratones en cuyos cerebros hay células nerviosas de ratón junto con células nerviosas de seres humanos. Un ratón, pues, con algunas neuronas de seres humanos, una quimera más de las muchas que nos aguardan, elaboradas con las manos negras y los cerebros grises de la ciencia oscura y los intereses económicos que están al servicio de los totalitarismos de ciertas ideologías periclitadas pero ahora reactivadas con el márquetin del progresismo y de una falsa compasión solidaria para con las personas con enfermedades incurables. Nunca se habla y se informa con objetividad y verdad de las consecuencias imprevisibles de la clonación reproductiva o terapéutica, sobre todo de la última.  La primera puede producir malformaciones y defectos genéticos peligrosos, así como enfermedades y monstruosidades. La clonación terapéutica manipula y destruye al embrión cuando de él extrae las células madre embrionarias o materiales biológicos como tejidos u órganos.

La ciencia oscura considera que el embrión humano es de su única y exclusiva propiedad, y no como lo que realmente ha sido y es: un bien integral, un ser en posesión del ADN humano, un hijo nacido del amor y del misterio de la vida. La ciencia oscura experimenta con el embrión como un material biológico más e incluso lo aprecia menos que a los seres irracionales ya que es un medio-objeto para alcanzar descubrimientos que ponen en evidencia los intereses de cierta ciencia, la ciencia oscura, inhumana e irracional. Cuando la ciencia oscura utiliza la clonación sobrepone la técnica fría e implacable con la cual desvincula al embrión humano de la maternidad y la paternidad responsable, lo despoja de su dignidad de persona y le niega el derecho a la filiación y a la familia.

El presente y el futuro de la biotecnología se han de impregnar de la humanidad y de la verdad de lo que es el embrión humano porque de lo contrario las consecuencias serán imprevisibles para la ciencia, la tecnología, la medicina, la sociedad, la familia, la jurisprudencia y la vida política. Una de ellas ya las tenemos al alcance de la mano: son las monstruosas quimeras embrionarias, ¡Qué lejos están de aquellas quimeras míticas de la mitología griega con cabeza de león, busto de cabra y cola de serpiente! Éstas al menos eran fruto del laberinto de las ensoñaciones fantástico-literarias y permanecían encerradas en el mundo de la imaginación, pero las quimeras embrionarias han nacido de la sinrazón de la ciencia oscura en los laboratorios del progreso tecnológico que considera al hombre como un ser inferior a los animales irracionales. Ellas son el anuncio de un futuro donde nos jugamos la integridad de la humanidad, la dignidad de la persona, de la vida, de la ciencia, del bien común, de la libertad y de la justicia de los seres humanos.

 

 

El tiempo de la ciencia oscura.

Un día tú también fuiste, igual

que todos, algo minúsculo, casi

imperceptible, embrión

con alma y cuerpo en el microcosmos

materno, donde engendró el amor          

tu  concepción, como ser humano

para la vida, como las vidas

infinitas de tantas personas

alumbradas al mundo,

para ser hijos de madres y padres.         

 

Pero se acerca el tiempo

de la ciencia oscura, viene

con las argucias del avance técnico,

del fuego de Prometeo en manos del poder.

Para ella se construyen pulcros                     

e intocables laboratorios, donde

manos y microscopios manipulan,

trocean y congelan,

experimentalmente, la esperanza

de algún día ser niños en libertad              

en los hogares plenos de la familia eterna.