Leyes del bestiario progresista

Autor: Diego Quiñones Estévez

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La distancia entre los bestiarios de la Edad Media, que hunden sus raíces en la cultura oriental y grecorromana, y los bestiarios nacidos de las aberrantes leyes del progresismo mal entendido, es enorme e insalvable.

Los bestiarios de la Edad Media, partían de un desconocimiento de la naturaleza, de la cual tenían una visión fantasiosa porque no sabían explicar los fenómenos del mundo natural ya que la ciencia estaba en su génesis. Estos bestiarios elevan a una categoría mítica a los seres animados, animales irracionales o plantas, que no se conocían con la objetividad de las ciencias naturales que surgieron a partir de la modernidad. Todos ellos nacieron de la influencia de compilaciones de las cosas del mundo natural como fueron, la “Historia Natural” de Plinio el Viejo (siglo I dC.), y el “Physiologus” (siglos II-IVdC.) que se atribuye a Pedro de Alejandría, a San Epifanio, a San Basilio, a San Juan Crisóstomo, a San Atanasio, a San Ambrosio o a San Jerónimo.  

Los orígenes del simbolismo de los bestiarios medievales están en el arte y la literatura oriental y grecorromana, donde por la influencia de las religiones cosmogónicas y politeístas, se sacralizaban a los animales, para convertirlos en ídolos, y después, con el Cristianismo, para acercarse a Dios a través de sus representaciones simbólicas y alegóricas, cuando la simbología de los bestiarios se interpreta desde el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento. Ejemplo de ello son los bestiarios más desarrollados de la Edad Media, entre ellos el “Tractatus de bestiis et aliis rebus  de  Hugo de San Víctor (1096-1141), el “Speculum Maius” de Vicente de Beauvais (1190-1264) o el “Bestiaire d´Amour de Richard de Fournival(siglo XIV), donde los misterios del Cristianismo como el de la vida eterna y la Resurrección de Jesucristo, se simbolizan por el Ave Fénix o “Phoenicoperus”: el Ave Fénix, antes de la morir, ponía un huevo en un nido hecho de especias y hierbas aromáticas, que empollaba durante tres días. En el último, el Ave Fénix ardía hasta convertirse en cenizas. Del huevo volvía de nuevo a la vida el Ave Fénix. Toda la simbología de la Literatura y del arte cristiano en la escultura, pintura o la arquitectura de las catedrales, abunda en un bestiario que nos ayuda a entender el camino de búsqueda de la transcendencia del hombre por medio de seres imaginarios, simbólicos y alegóricos que representan a Dios, a Cristo, al diablo, al mal, al bien, el alma, a los vicios, a las virtudes.

En la cosmovisión alegórico- moral y natural los bestiarios antiguos y medievales, no se da una degradación del animal. Sí una exaltación imaginaria y fabulosa de ellos. Y por supuesto, nunca la imaginación de los bestiaristas llega a una equiparación con el ser humano, porque éste es considerado superior a los animales ya que el ser humano ha sido creado a imagen y semejanza de Dios. Todos los seres naturales, en concreto los animales, eran amados o temidos, porque la ciencia aún no los conocía como lo que realmente son: seres animados e irracionales, inferiores al hombre porque carecen de la inteligencia humana, del lenguaje, de los sentimientos, de la razón, de la imaginación, de la creación, de la dignidad de persona, de la voluntad de amar u odiar y de la creencia o no en un Ser Supremo, Dios.

Después de casi dos siglos de evolucionismo de las ciencias empíricas, desde Darwin con su obra “El origen de las especies por medio de la selección natural, o la lucha por la existencia en la naturaleza”(siglo XIX) y  de la teoría hereditaria del  sacerdote, botánico y naturalista, padre de la genética, Mendel(1822-1884)hasta las teorías de la relatividad  y de la cuántica en el siglo XX del físico teórico Einstein(1879-1965), el ecologismo del siglo XXI en manos de los ideólogos del progresismo relativista, se ha degrado hasta inventarse un bestiario “contra natura” , y lo que es más sorprendente, contra la razón histórica de la ciencia, donde al animal irracional se le quiere no sólo equiparar sino hasta ponerse por encima de la persona humana. El equilibrio ecológico se rompe en favor de un desequilibrio naturalista e irracional porque el bestiario progresista se aleja de la realidad científica, filosófica, bioética y antropológica y cae en la degradación del ser humano al pretender que sea tratado como un animal irracional y no como alguien que es una persona.

El bestiario progresista se compone de dos bloques interconectados: a) el bestiario progre-doméstico: donde entran las mascotas: perros, gatos, asnos, aves domésticas, peces, etc., (todos ellos mimados e idolatrados); b) y el bestiario progre-ecólogo: simios, aves salvajes, felinos, focas, ballenas, etc., (todos hiperprotegidos por estar en vías de extinción). Sin embargo, en el bestiario progresista, nada importan las personas de la madre Tierra que son discapacitadas o que mueren a millones por culpa del sida, del hambre, de las guerras, de las catástrofes ecológicas y de la destrucción del medio ambiente, causadas por las políticas economicistas que esquilman los recursos naturales de África, América y Asia.

Por el ecosistema artificial de nuestra España en proceso de degradación política, medioambiental y cultural, los ecologistas del progresismo irracional, hacen leyes que protegen a la naturaleza, al mundo animal, y desprecian al ser humano: al felino del lince ibérico o a los huevos del quebrantahuesos y de las águilas reales, a las cigüeñas y a los buitres leonados, se protegen con todos los recursos, y en cambio, la vida del ser humano en estado de embrión y de feto, o como anciano y enfermo terminal, está desprotegida y sentenciada a la muerte por las leyes del bestiario progresista. El ejemplo más preclaro es la Ley de Técnicas de Reproducción Humana Asistida”, de la cual el bestiario progresista se ha sacado de la manga un imaginario e inexistente “pre-embrión” para así justificar las bestialidades y los intereses de una biotecnología inhumana.

Y ahora, con la proposición no de ley auspiciada por un grupo más de presión y opinión internacional del bestiario progresista, se nos quiere imponer el  Proyecto Gran Simio” que está empeñado en que los monos tengan la categoría de personas, que más bien, es todo lo contrario, que las personas se rebajen a la especie de simio para que formen parte de una absurda “comunidad de los iguales”. Estamos ante una degradación antropológica más de la persona como lo es la de la familia y el matrimonio, con leyes como la de los falsos matrimonios de homosexuales a los cuales habría que llamar “homonomios” para que se ajuste al bestiario promiscuo de las orientaciones sexuales de la ideología de género.

Las leyes del bestiario progresista protegen cosas de lo más degradante y grotesco, y vuelven a atacar los fundamentos de la antropología cuando buscan prolongar los Derechos Humanos a los simios por el mero hecho de que tienen un parecido genético con el hombre y que según las leyes de la evolución son nuestros antepasados. Por este camino, las leyes del bestiario progresista, ilusamente, pretenden animalizar al hombre y humanizar al ser irracional. Lo cual es una muestra más de la involución y deshumanización del  pensamiento relativista a la que algunos han llegado por vivir prisioneros  de los instintos más primarios.