Cristo Crucificado

Autor: Padre Eduardo Martínez Abad

 

 

No me mires, Señor,
que tus ojos brillantes
me hacen daño,
como sol de mediodía.

No me mires, Señor.
No me mires.

Cierra tus ojos,
en la cruz clavados.
Cierra tus ojos 
para contemplarte.

Déjame que yo te mire, Señor

déjame que yo te mire:
tu rostro lleno de paz...
y de perdones;
tu rostro de misericordia,
lleno de amores.

Siento tu muerte 
más que la mía...
¡Quiero quererte!


* * *
Abre tus ojos ya.
Que sigan brillando,
aunque yo muera.

Que tus ojos sigan brillando
para que el mundo te vea.

Que, si tu mirada
cierra la nuestra,
al cerrar nuestros ojos,
tú estás más cerca,
para disipar las sombras
y las tinieblas.

Y al palpar mis miserias,
tú seas la salida
a vida nueva.
AMEN.